Sofía y el sueño español


Había una vez una niña llamada Sofía, una pequeña sueca de 6 años apasionada por el ballet. Desde muy pequeña había soñado con convertirse en la primera bailarina de su escuela de danza en Suecia.

Un día, sus padres le anunciaron que se mudarían a España, específicamente a Vila-real, donde Sofía tendría que empezar en una nueva escuela llamada Pío XII. Sofía estaba emocionada pero también un poco nerviosa por dejar atrás su país y amigos.

Al llegar a Vila-real, se encontró con un grupo de niños muy amigables en su nueva escuela. Entre ellos estaban Marta, Carlos y Juan, quienes pronto se convirtieron en grandes amigos de Sofía.

Un día, durante el recreo, los niños vieron a unos bailarines practicando en el salón de actos de la escuela.

Sofía no podía creer lo que veían sus ojos: ¡era una clase de ballet! Sin dudarlo un segundo, corrió hacia la puerta del salón seguida por Marta, Carlos y Juan. -¡Quiero ser parte de esa clase! -exclamó Sofía emocionada. Los niños entraron al salón y se acercaron a la maestra de ballet.

Les explicó que estaban ensayando para la presentación anual de fin de año y que estaban buscando nuevos talentos para un papel especial. -¿Creen que podríamos participar? -preguntó Marta tímidamente.

La maestra sonrió y les dijo que debían demostrar su pasión por el baile y compromiso con los ensayos si querían tener la oportunidad. Los cuatro niños asintieron emocionados y se unieron a la clase. Desde ese día, Sofía y sus amigos practicaban todos los días después del colegio.

A pesar de las dificultades iniciales, como aprender nuevos pasos o mejorar su técnica, nunca perdieron el entusiasmo ni la determinación. Llegó el día de la gran presentación y Sofía estaba nerviosa pero feliz. Sus padres estaban en primera fila apoyándola junto con Marta, Carlos y Juan.

Cuando llegó su turno sobre el escenario, sintió mariposas en el estómago pero recordó todo lo que había practicado y respiró profundo antes de empezar a bailar. Su actuación fue impecable; cada paso era elegante y lleno de emoción.

Al finalizar su solo, recibió una ovación del público presente. Estaba radiante mientras saludaba desde el escenario junto a sus amigos. Esa noche descubrió algo importante: cuando tienes pasión por algo y trabajas duro para lograrlo, los sueños pueden hacerse realidad.

Y así fue como Sofía se convirtió en la primera bailarina no solo de su escuela en Suecia sino también de Pío XII en Vila-real gracias al esfuerzo conjunto con sus amigos.

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