Sofía y el sueño perdido



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, una niña llamada Sofía.

Sofía siempre había sido muy soñadora y le encantaba mirar las estrellas por las noches imaginando todas las cosas maravillosas que podría lograr en la vida. Un día, mientras paseaba por el parque, vio a un anciano sentado en un banco con una expresión triste en su rostro.

Se acercó a él y le preguntó:- ¿Qué te pasa, señor? El anciano suspiró y respondió:- Estoy buscando mi sueño perdido. Hace muchos años solía ser pintor, pero por circunstancias de la vida tuve que abandonar mi pasión. Ahora me siento vacío sin ella.

Sofía se entristeció al escuchar la historia del anciano y decidió ayudarlo a encontrar su sueño perdido. - No te preocupes, señor. Juntos vamos a buscar ese sueño y hacerlo realidad. Así comenzó la aventura de Sofía y el anciano en busca del sueño perdido.

Recorrieron el pueblo preguntando a cada persona si habían visto algún rastro del antiguo sueño del pintor. Algunos los miraban extrañados, otros simplemente negaban con la cabeza. Pero Sofía no se daba por vencida.

Un día, mientras caminaban por el mercado, vieron a un grupo de niños dibujando en el suelo con tizas de colores. - ¡Mira, señor! Quizás aquí podamos encontrar alguna pista sobre tu sueño perdido -exclamó Sofía emocionada.

El anciano se acercó al grupo de niños y observó detenidamente sus dibujos. De repente, sus ojos se iluminaron al ver un retrato que recordaba haber pintado hace muchos años atrás. - ¡Es él! Es mi viejo amigo -gritó emocionado el anciano-.

Gracias a estos niños he encontrado mi sueño perdido. Los niños lo rodearon curiosos y le preguntaron qué significaba ese dibujo para él. - Significa que nunca es tarde para retomar nuestras pasiones -respondió el anciano con una sonrisa radiante-.

Y todo gracias a esta valiente chica que me ayudó a buscarlo. Desde ese día, el anciano volvió a pintar y enseñarle a los niños del pueblo su arte.

Y Sofía aprendió que los sueños pueden encontrarse en los lugares más inesperados si uno tiene la valentía de buscarlos. Y así, entre pinceles y risas de niños, Sofía descubrió que su mayor sueño era hacer felices a quienes la rodeaban con pequeños actos de bondad y amor.

Y juntos vivieron muchas aventuras más en Villa Esperanza donde todos aprendieron que nunca es tarde para perseguir aquello que nos hace verdaderamente felices.

FIN.

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