Sofía y el valiente rescate



Había una vez una niña llamada Sofía, que vivía en un edificio muy alto.

Sofía era curiosa y le encantaba explorar el mundo desde su balcón, pero siempre estaba acompañada por sus padres para asegurarse de que estuviera a salvo. Un día soleado, mientras jugaba con sus juguetes en el balcón, Sofía se distrajo y sin darse cuenta se acercó demasiado al borde. En ese momento, un fuerte viento soplo y la pequeña perdió el equilibrio.

¡Sofía se cayó desde el balcón! Afortunadamente, justo en ese momento pasaba por allí Tomás, un joven jardinero del edificio vecino. Tomás tenía unos brazos fuertes y rápidos reflejos.

Sin pensarlo dos veces, corrió hacia donde cayó Sofía y logró atraparla antes de que tocara el suelo. Sofía estaba asustada pero ilesa gracias a la valentía de Tomás. Los padres de Sofía llegaron corriendo al ver lo ocurrido y abrazaron emocionados a su hija.

"¡Tomás! ¡Gracias por salvar a nuestra hija!", exclamaron los padres de Sofía entre lágrimas. Tomás sonrió humildemente y respondió: "No hay de qué preocuparse. Estoy feliz de haber estado en el lugar correcto en el momento adecuado".

Después del incidente, los padres de Sofía decidieron explicarle cómo había ocurrido todo y la importancia de estar siempre atenta cuando estuviera cerca del borde del balcón. "Sofía", comenzó su mamá, "todos cometemos errores y aprendemos de ellos.

Es normal que te asustes después de una caída, pero lo más importante es aprender la lección". "Sí", agregó su papá, "ahora sabes que no debes acercarte demasiado al borde del balcón sin supervisión.

Siempre estaremos aquí para cuidarte y asegurarnos de que estés a salvo". Sofía asintió con la cabeza y prometió ser más cuidadosa en el futuro. Agradecida por la valentía de Tomás, decidió hacerle un regalo especial como muestra de su gratitud.

Días después, Sofía sorprendió a Tomás con una planta en maceta decorada por ella misma. Tomás se emocionó mucho al recibir el regalo y dijo: "¡Gracias, Sofía! Esta planta será un recordatorio constante de cómo podemos ayudarnos mutuamente y estar atentos a los demás".

A partir de ese día, Sofía se convirtió en una niña más consciente y segura mientras jugaba cerca del balcón. Aprendió a valorar aún más la importancia del cuidado personal y la ayuda desinteresada.

Y así, gracias a un giro inesperado del destino, Sofía descubrió que incluso las caídas pueden enseñarnos lecciones importantes sobre la seguridad y el apoyo mutuo.

Desde entonces, cada vez que veía esa pequeña planta en su ventana, recordaba con gratitud el día en que Tomás apareció justo a tiempo para salvarla.

FIN.

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