Sofía y la aventura galáctica



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, una niña llamada Sofía que soñaba con ser astronauta. Desde muy pequeña, miraba las estrellas todas las noches desde su ventana y se imaginaba viajando por el espacio.

Un día, la escuela de Villa Esperanza organizó un concurso de ciencias en el que los estudiantes debían presentar un proyecto sobre el espacio. Sofía estaba emocionada y decidió participar.

Pasó semanas investigando y trabajando en su proyecto hasta que finalmente llegó el día de la presentación. -¡Buena suerte, Sofi! -le dijo su mejor amiga Valentina antes de empezar. -Gracias, Vale. ¡Estoy nerviosa pero emocionada! -respondió Sofía con entusiasmo.

Sofía subió al escenario y comenzó a explicar su proyecto frente a todos los alumnos y profesores. Hablaba con tanta pasión y conocimiento que todos quedaron impresionados. Al finalizar su presentación, el jurado se reunió para tomar una decisión.

Después de unos minutos de deliberación, anunciaron al ganador del concurso: ¡Sofía! La emoción invadió a la pequeña astronauta en potencia, quien no podía creerlo. Esa misma noche, mientras miraba las estrellas desde su ventana, una luz brillante iluminó el cielo.

Sofía sintió curiosidad y decidió seguir la luz. Para su sorpresa, la luz la llevó a un pequeño ovni que había aterrizado en el jardín de su casa. -¡Bienvenida, Sofía! -dijo una voz amigable desde dentro del ovni. -¿Quién eres? -preguntó Sofía asombrada.

-Soy Zippy, un alienígena viajero del espacio exterior. He oído hablar de tu pasión por la astronomía y he venido para cumplir uno de tus sueños más grandes: viajar por el espacio -explicó Zippy mientras extendía una mano hacia Sofía.

Sin dudarlo ni un segundo, Sofía tomó la mano de Zippy y juntos despegaron hacia lo desconocido. Durante su increíble viaje espacial, visitaron planetas lejanos, conocieron especies extraterrestres fascinantes y vivieron aventuras inimaginables.

Finalmente, Zippy llevó a Sofía de regreso a Villa Esperanza sana y salva. A pesar de haber vivido algo tan extraordinario, decidió mantenerlo en secreto ya que sabía que algunas aventuras son tan especiales que deben guardarse como tesoros personales.

Desde ese día en adelante, cada vez que miraba las estrellas desde su ventana recordaba aquel maravilloso viaje espacial y sentía aún más fuerza para perseguir sus sueños sin importar lo imposibles que parecieran.

Y es que como solían decirle sus abuelos: "En este universo infinito todo es posible si tienes fe en ti mismo".

FIN.

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