Sofía y la danza de la perseverancia


Había una vez una nena llamada Sofía, que desde muy pequeña descubrió su amor por el baile. Cada vez que escuchaba música, no podía evitar mover sus pies y brazos al ritmo de la melodía.

Un día, mientras caminaba por la calle con su mamá, vio un cartel en la ventana de una academia de danza que decía: "¡Clases de ballet para niños!".

Sofía se emocionó tanto que le pidió a su mamá si podían entrar a ver. La academia era hermosa, con espejos gigantes y barras para hacer ejercicios. La dueña del lugar se acercó a ellas y les explicó todo sobre las clases.

Sofía estaba tan entusiasmada que no paraba de hacer preguntas. "¿Podría aprender a bailar como las princesas?"- preguntó Sofía con ojos brillantes. "Por supuesto"-respondió la dueña-, "con práctica y dedicación puedes convertirte en lo que quieras".

Sofía se inscribió en las clases de ballet y empezó a practicar todos los días. Aprendió pasos nuevos cada semana y mejoraba cada vez más su técnica. Pero un día, cuando llegó al ensayo semanal junto con sus compañeras, notaron algo extraño: faltaban algunas chicas del grupo.

"¿Dónde están Camila y Luciana?"-preguntó Sofia preocupada. "Se han mudado"- respondió tristemente su profesora-. "Ya no podrán seguir bailando aquí". Sofia estaba muy triste por perder a sus amigas del grupo pero también entendió el valor de perseverar ante los obstáculos.

"¿Qué podemos hacer para que vuelvan?"-preguntó decidida la niña. "Lamentablemente, no hay mucho que podamos hacer. Pero podemos seguir bailando y disfrutando de nuestro arte"- respondió su profesora.

Sofía decidió entonces que debía animar a sus amigas a volver al grupo, así que les envió mensajes todos los días con fotos y videos de las coreografías nuevas que estaban aprendiendo en la academia. Les contaba lo divertido y emocionante que era bailar juntas.

Al cabo de unos días, Camila y Luciana volvieron a la academia, emocionadas por retomar el baile junto con Sofía y las demás niñas.

Desde ese día, Sofia supo el valor de perseverar ante los obstáculos y también entendió el poder del amor por el arte. Aprendió que si uno realmente ama algo, debe seguir adelante sin importar lo difícil o imposible parezca ser. Y así siguió bailando feliz siempre después.

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