Sofía y la fuerza de la oración



Había una vez una niña llamada Sofía que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. Sofía era muy curiosa y siempre estaba buscando nuevas aventuras para explorar.

Un día, mientras caminaba por el bosque cercano a su casa, se encontró con una mujer vestida de blanco. - Hola, ¿quién eres? - preguntó Sofía. - Soy la Virgen María - respondió la mujer sonriendo.

Sofía no sabía quién era la Virgen María, pero se dio cuenta de que esta mujer parecía amable y cariñosa. La mujer le explicó que ella era la madre de Jesús y que había venido a enseñarle algo muy importante: cómo orar. - ¿Orar? - preguntó Sofía confundida.

- Sí, orar es hablar con Dios. Es importante porque nos ayuda a conectarnos con él y a tener paz en nuestro corazón - dijo la Virgen María. Sofía nunca había orado antes, pero estaba dispuesta a aprender.

La Virgen María le enseñó cómo hacerlo: juntos cerraron los ojos y dijeron un Padrenuestro. Luego, la Virgen Maria le pidió a Sofía que hiciera lo mismo sola todas las noches antes de dormir.

Sofia siguió el consejo de la Virgen María y comenzó a orar todas las noches antes de dormir. Al principio fue difícil concentrarse y encontrar las palabras adecuadas, pero poco a poco fue adquiriendo práctica.

Con el tiempo descubrió que cuando oraba se sentía más tranquila y segura de sí misma. Un día, mientras caminaba por el bosque nuevamente, Sofía se encontró con un niño que estaba llorando. El niño le contó que había perdido a su perro y no sabía qué hacer.

Sofía recordó lo que la Virgen María le había enseñado sobre la oración y decidió orar por el niño. - No te preocupes, vamos a encontrar a tu perro - dijo Sofía al niño.

Juntos comenzaron a buscar al perro mientras seguían orando juntos. De repente, escucharon un ladrido y corrieron hacia el sonido. Allí estaba el perro del niño, feliz de verlos. El niño estaba muy emocionado y agradeció a Sofía por ayudarlo.

Sofía se dio cuenta de que la oración no solo la ayudaba a ella misma sino también a los demás. Desde entonces, Sofía continuó orando todos los días y compartiendo su conocimiento con sus amigos y familiares.

La Virgen María nunca volvió a aparecer, pero siempre estuvo presente en su corazón como un recuerdo especial de aquel día en el bosque donde aprendió algo tan importante como es hablar con Dios.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!