Sofía y la Gran Aventura de la Primaria



Era un día soleado en Buenos Aires y Sofía, una niña de 6 años, estaba sentada en su habitación, llena de emoción. Miraba por la ventana, mientras sus muñecos la acompañaban en un mundo de sueños.

- ¡Mañana empiezo la primaria! - exclamó Sofía, sonriendo.

Su mamá entró a la habitación y se agachó para escucharla mejor.

- Eso es maravilloso, Sofía. ¿Te sientes lista para tu primera día?

- ¡Sí, mamá! Pero… tengo un poquito de miedo. - confesó Sofía, jugando nerviosamente con su muñeca favorita.

- Es natural sentir un poco de miedo. Pero, ¿sabés qué? La primaria es un lugar lleno de aventuras, amigos y cosas nuevas por aprender. - dijo su mamá con una sonrisa alentadora.

Esa noche, Sofía no podía dejar de pensar en su primer día.

- ¿Y si no encuentro a nadie y me siento sola? - se preguntó en voz alta.

De repente, su muñeca, que había llamado Luna, pareció cobrar vida en su imaginación.

- Sofía, no te preocupes. También soy nueva aquí y me da miedo, pero he escuchado que las aulas son lugares mágicos. ¡Quizás encuentres una amiga como yo! - dijo Luna con una voz suave.

Al día siguiente, con su mochila nueva y una flor fresca en el pelo, Sofía se dirigió a la escuela. Al llegar al patio, vio a un grupo de niños jugando. Eso la hizo sentir un poco nerviosa.

- ¿Y si no saben mi nombre? - murmuró.

- ¡Vamos, es hora de ser valiente! - se dijo a sí misma, como un mantra.

Así que, con cada paso que daba, se llenaba de valor. De repente, un niño se acercó a ella.

- Hola, soy Lucas. ¿Te gustaría jugar?

Sofía, sintiendo que su corazón latía rápido, sonrió.

- ¡Hola, soy Sofía! Me encantaría jugar. - respondió.

Jugaron al fútbol con otros niños y, en poco tiempo, Sofía se dio cuenta de que no estaba sola.

- Esto no es tan malo. - pensó mientras reía con sus nuevos amigos.

- ¡Mirá! Sofía, pasala por aquí. - gritó Lucas mientras le pasaba la pelota.

Mientras corría detrás de la pelota, Sofía recordó lo que Luna le había dicho. La escuela era realmente mágica.

Después de jugar, llegó la hora de la clase.

- ¿Te gustaría sentarte conmigo? - le preguntó una niña de cabello rizado, llamada Valentina.

- Sí, por supuesto. - respondió Sofía, sintiéndose más tranquila.

En clase, la maestra les mostró un mapa del mundo.

- Hoy aprenderemos sobre otros países y sus culturas. - dijo la maestra.

- ¡Guau! - exclamó Sofía, asombrada. Cada país era como una puerta a una nueva aventura.

La jornada fue intensa y divertida, y al final del día, Sofía estaba cansada pero feliz.

- Hice nuevos amigos y aprendí cosas increíbles. - pensó, sintiendo que había crecido un poco más.

- ¡Mamá, volví! - gritó entrado en casa.

- ¿Y cómo te fue, mi amor?

- ¡Increíble! - respondió Sofía, con una sonrisa que iluminaba su rostro.

- Hice dos amigos: Lucas y Valentina, y aprendimos sobre el mundo. - continuó con entusiasmo.

A medida que pasaban los días, Sofía se dio cuenta de que la primaria era una aventura llena de sorpresas. A veces había desafíos, pero cada desafío traía consigo la oportunidad de aprender y crecer. Un día, mientras estaban en el recreo, la maestra se acercó a ellos.

- Sofía, ¿quieres ayudarme a organizar el rincón de lectura? - le preguntó con una sonrisa cálida.

- ¡Claro! - respondió Sofía, sintiéndose útil.

Así, Sofía descubrió que ser parte de la primaria no era solo aprender matemáticas y lectura, sino también ayudar a los demás y hacer crecer su comunidad.

- ¡Esto es sólo el comienzo! ¡Así como mi muñeca Luna, voy a vivir muchas más aventuras aquí! - pensó mientras miraba a sus amigos jugando.

Y así, con cada día que pasaba, Sofía aprendía que la valentía, la amistad y las ganas de aprender podían superar cualquier miedo.

Desde aquel primer día hasta el último de su primaria, Sofía nunca olvidó que cada nuevo comienzo trae consigo oportunidades maravillosas y que, a veces, solo hay que dar el primer paso para descubrir lo grandiosa que puede ser la vida.

FIN.

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