Sofía y la libertad de jugar



Sofía vivía en una casa donde todo estaba regido por normas estrictas. Sus padres le decían qué hacer, cuándo hacerlo y cómo hacerlo. No podía jugar libremente ni expresar sus ideas y sentimientos.

Esto la entristecía mucho, porque ella soñaba con explorar el mundo y descubrir cosas nuevas. Un día, cansada de tanta rigidez, Sofía decidió que era momento de escapar de esa prisión invisible en la que se encontraba.

Esperó a que sus padres se durmieran y, con una mochila llena de su ropa preferida y algo de comida, abrió sigilosamente la puerta de su habitación y salió a la calle.

El aire fresco de la noche acariciaba su rostro mientras caminaba por las calles desiertas. No sabía muy bien a dónde ir, pero sentía un cosquilleo en el estómago que le decía que estaba haciendo lo correcto. De repente, escuchó ruidos provenientes del parque cercano.

Intrigada, se acercó sigilosamente y vio a un grupo de niños jugando felices bajo la luz de la luna.

Se les acercó tímidamente y uno de ellos, llamado Mateo, le preguntó:- ¿Qué haces despierta a esta hora? Sofía contó su historia y los niños comprendieron su situación. La invitaron a unirse a su juego y durante horas olvidaron las preocupaciones mientras reían y disfrutaban juntos. Sofía descubrió en ese momento lo hermoso que era ser libre para ser ella misma.

Al amanecer, los niños acompañaron a Sofía de regreso a su casa. Sus padres estaban angustiados por su desaparición durante la noche. Al verla llegar sana y salva, no supieron si regañarla o abrazarla fuerte.

Sofía miró fijamente a sus padres y les dijo con determinación:- Quiero seguir siendo parte de esta familia, pero necesito sentirme libre para crecer como persona.

Sus padres reflexionaron sobre las palabras de Sofía e hicieron un pacto: respetarían sus sueños e ideas mientras ella prometiera comunicarse más abiertamente con ellos. Desde ese día, Sofía pudo disfrutar de una vida más equilibrada entre responsabilidades familiares y momentos para ser simplemente una niña feliz explorando el mundo junto a sus nuevos amigos.

Aprendió que siempre hay maneras positivas de enfrentar los problemas sin necesidad de escapar físicamente. Y colorín colorado, este cuento ha terminado pero recuerda: ¡siempre es importante comunicarnos con amor para encontrar soluciones juntos!

FIN.

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