Sofía y la lluvia salvadora
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, donde la lluvia era algo muy especial. Todos los habitantes esperaban con ansias la llegada de la lluvia, ya que traía consigo vida y alegría a sus vidas.
En este pueblo vivía una niña llamada Sofía, quien tenía el poder de hablar con la lluvia. Desde pequeña había sentido una conexión especial con cada gota que caía del cielo y podía entender lo que ella quería decirle.
Un día, cuando Sofía salió a jugar al jardín de su casa, notó que las plantas estaban tristes y marchitas por la falta de lluvia.
Se sentó en el suelo y cerrando los ojos, comenzó a entablar una conversación con la lluvia. "Lluvia, ¿por qué te has alejado? Las plantas necesitan tu ayuda para crecer fuertes y hermosas", dijo Sofía en voz baja.
De repente, unas nubes oscuras empezaron a formarse en el cielo y un suave sonido de truenos se escuchaba a lo lejos. La lluvia estaba respondiendo al llamado de Sofía. Las gotas empezaron a caer lentamente sobre la tierra sedienta y las plantas levantaron sus hojas hacia el cielo como agradeciendo el regalo del agua.
Sofía sonreía emocionada al ver cómo su amiga la lluvia había vuelto para salvar el día. Pero entonces, algo inesperado sucedió. La lluvia comenzó a caer con más fuerza y pronto se convirtió en una tormenta.
El viento soplaba con furia y los truenos retumbaban en el cielo. Sofía se preocupó por las personas del pueblo que podrían estar asustadas por la tormenta, así que decidió actuar.
Con valentía, se dirigió hacia la plaza central donde todos estaban refugiados bajo techos improvisados. "¡Tranquilos! ¡No tengan miedo! La lluvia solo está mostrando su fuerza, pero pronto pasará", gritaba Sofía tratando de calmar a todos.
Y así fue como poco a poco la tormenta fue cesando hasta convertirse nuevamente en esa dulce lluvia que todos amaban en Villa Esperanza. Las personas salieron de sus refugios sorprendidas por las acciones valientes de Sofía.
Desde ese día, todos en el pueblo reconocieron el don especial de SofÍa para comunicarse con la naturaleza y aprendieron a respetar aún más a la lluvia sabiendo todo lo que podíamos aprender si prestábamos atención no solo al mundo visible sino también al invisible.
FIN.