Sofía y la lucha por la justicia


Había una vez, en un pequeño pueblo llamado Esperanza, una niña llamada Sofía. Sofía era muy curiosa y siempre estaba haciendo preguntas sobre el mundo que la rodeaba.

Un día, mientras caminaba por las calles del pueblo con su abuela, se encontró con un anciano sentado en un banco. "Hola abuelita -dijo Sofía-, ¿quién es ese señor?""Ese señor es Don Juan -respondió su abuela-. Es uno de los fundadores del movimiento democrático en nuestro país.

"Sofía no sabía qué significaba eso de "movimiento democrático", así que decidió preguntarle a Don Juan.

"Disculpe señor -dijo Sofía-, ¿qué significa eso de "movimiento democrático"?"Don Juan sonrió y le explicó que hace muchos años, antes de que ella naciera, su país había sido gobernado por personas malvadas que no permitían que la gente tuviera voz ni voto.

Pero gracias al coraje y la lucha de muchas personas como él, lograron establecer una forma justa y libre de gobierno en la cual todas las personas podían elegir a sus líderes y expresarse libremente sin miedo a represalias. Sofia se quedó pensando en todo lo que Don Juan le había contado.

Se sintió orgullosa de vivir en un país donde todos eran iguales ante la ley y donde cada persona tenía derecho a tener una opinión.

Pero unos días después algo extraño comenzó a pasar: algunos políticos empezaron a hacer cosas raras con el dinero público, dejando sin recursos importantes programas sociales para los más necesitados. La gente comenzó a molestarse mucho y a quejarse en las redes sociales.

Sofía, al ver todo esto en su teléfono, se preguntó por qué pasaba eso si habían pasado 40 años de democracia.

"Abuelita -dijo Sofía-, ¿por qué algunos políticos hacen cosas malas si vivimos en un país democrático?"Su abuela le explicó que aunque la democracia es una forma justa de gobierno, no todos los políticos son honestos y algunas veces actúan con intereses personales antes que el bien común. Pero ella también le dijo que era importante seguir luchando por la justicia y nunca dejar de creer en la democracia.

Sofía pensó mucho en lo que su abuela le había dicho y decidió hacer algo al respecto. Junto a sus amigos del colegio empezaron a organizar una campaña para recolectar juguetes y alimentos para los niños más necesitados del pueblo.

La campaña fue todo un éxito y gracias al trabajo conjunto de toda la comunidad pudieron ayudar a muchas familias necesitadas.

Sofía entendió entonces que aunque todavía hay cosas por mejorar en su país, cada uno puede hacer algo para contribuir a una sociedad más justa y equitativa. Y así, siguiendo el ejemplo de Don Juan, se convirtió en una ciudadana comprometida con la democracia y el bienestar social.

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