Sofía y la Magia de la Amistad
Era un día soleado cuando Sofía llegó a su nuevo colegio. Tenía una mochila llena de cuentos, colores y un montón de sueños. Pero cuando entró al aula, sintió que todos los ojos estaban sobre ella. Algunos niños la miraban con curiosidad, otros con un poco de burla. Sofía siempre había tenido dificultades para entender las dinámicas sociales y eso le causaba un nudo en el estómago.
Mientras se sentaba en la esquina del aula, escuchó voces que hablaban a sus espaldas.
"¿Vieron cómo se viste? Es tan rara...".
"No se parece a nosotras, siempre está hablando sola".
Sofía intentó concentrarse en su cuaderno cuando, de repente, una niña se le acercó. Era Sara, una niña con una gran sonrisa y ojos chispeantes.
"Hola, soy Sara. Estoy en tu clase. ¿Te gustaría dibujar conmigo?"
"Yo... no sé dibujar muy bien, no..."
"No importa, a mí me gusta hacer garabatos. Vamos a divertirnos."
Sofía sintió que su corazón se abría un poquito. Aceptó la invitación y las dos se fueron a un rincón del patio. Comenzaron a dibujar en la tierra con palitos y hojas, y pronto encontraron un lenguaje propio en la arena. Sofía, que disfrutaba observando el cielo, empezó a contarle a Sara los diferentes tipos de nubes que llegaban a su mente.
"Esta parece un dinosaurio y aquella un helado… ¡Mira!"
"Es verdad, ¡me encanta! Eres muy creativa."
A medida que pasaban los días, Sara se volvió su mejor amiga. Juntas exploraban el cole, creaban juegos y descubrieron que podían hacer cosas divertidas, como hacer un club de exploradores donde Sofía explicaba todo sobre el cielo y la naturaleza.
Sin embargo, la felicidad de Sofía estaba siempre en riesgo. Un día, algunos niños del aula decidieron hacerle una broma. La esperaron a la salida y comenzaron a reírse de su capa de superhéroe que siempre llevaba puesta.
"¡Mirá la 'superrara', viene volando!"
"¿A dónde vas, Sofía? Al planeta de los raros?"
Sofía se sintió muy mal, su sonrisa se desvaneció y sus ojos se llenaron de lágrimas. Sara se dio cuenta y, en un acto de valentía, intervino.
"¡Ehh! Ella no es rara, solo es diferente, como cada uno de nosotros. Y eso es lo que hace la vida interesante, ¡¿no? !"
"Sí, ¡deberían intentar entenderla en vez de burlarse!"
Los niños se quedaron en silencio, sorprendidos por la respuesta de Sara. Uno de ellos, Lucas, dio un paso adelante.
"No quise hacerle daño. ¿Puedo hablar con vos, Sofía?"
"¿Por qué?"
"Porque nunca habíamos tenido una amiga diferente. Quizás podría explicar mejor sobre tus... cosas raras."
Sofía no podía creer que esa idea estuviera surgiendo. Poco a poco, los chicos comenzaron a acercarse.
"Bueno... si quieren, puedo hablar sobre el cielo y las nubes, es algo que me gusta mucho..."
Sofía empezó a compartir lo que sabía, y los chicos escuchaban atentos. Les mostró cómo identificar las diferentes formaciones de nubes y les habló de lo maravillosa que era la naturaleza.
A partir de ese día, el aula se volvió un lugar lleno de risas y juegos. Los niños aprendieron a apreciar las diferencias y a ser más inclusivos. Sofía ya no era la 'rara' del colegio, sino la 'experta en nubes', una niña valorada y querida por todos.
"Gracias, Sara. Gracias por ser mi amiga. Sin vos, todo esto no hubiera sido posible."
"No, gracias a vos, Sofi. Aprendí que la amistad no conoce límites. ¡Eres genial!"
FIN.