Sofía y la magia de la primavera
Sofía era una niña llena de energía y siempre sonriendo. Cada año, cuando se acercaba la primavera, su corazón se llenaba de alegría. Las flores comenzaban a brotar, los pájaros cantaban más alegres, y todo el mundo parecía un poco más feliz. Sin embargo, había un pequeño gran problema: Sofía era alérgica al polen. Cada vez que salía a jugar con sus amigos al parque, estornudaba y sus ojos se ponían rojos.
Un día soleado, mientras observaba a sus amigos reír y correr por el parque, Sofía suspiró profundamente.
"¿Por qué tiene que ser tan hermosa la primavera si no puedo disfrutarla como los demás?" - se preguntó.
Su abuela, que estaba cerca, escuchó sus lamentos. "¿Sabés, Sofi? La primavera también tiene muchos otros regalos, además de las flores. ¿Por qué no los explorás?" - le dijo con una sonrisa sabia.
Intrigada, Sofía decidió que no se dejaría vencer por su alergia. Así que al día siguiente, llevó una libreta de dibujo y un lápiz al parque. Se sentó en un banco, lejos de las flores, y comenzó a dibujar lo que veía.
Poco a poco, sus dibujos cobraron vida. "¡Mirá, abuela! Estoy dibujando a mi amigo Tomás, persiguiendo mariposas. ¡Es como si volaran realmente!" - exclamó feliz.
"Eso es genial, Sofía. Cuando dibujás, podés darles vida sin preocuparte por el polen. Y también podés encontrar belleza en los pequeños detalles" - respondió su abuela.
Animada, Sofía siguió todos los días al parque. Dibujo tras dibujo, descubrió nuevas cosas que la primavera ofrecía: el sonido del viento entre los árboles, el canto de los pájaros, la risa de sus amigos.
Un día, mientras estaba concentrada en su dibujo, conoció a Clara, una niña nueva en el vecindario. Clara estaba rodeada de flores, pero Sofía no se sintió incómoda.
"¡Hola! ¿Qué dibujás?" - le preguntó Clara curiosa.
"Estoy dibujando lo que más me gusta de la primavera, pero no puedo acercarme mucho a las flores por el polen. ¿Te gustaría ayudarme?" - respondió Sofía con una sonrisa.
Clara, entendiendo la situación, dijo: "Claro, puedo traerte flores para que las mires de cerca. Pero podemos ir a un lugar donde no haya tantas. Hay un monte no muy lejos donde hay muchos árboles y más mariposas que flores. ¿Vamos?" -
Entonces, las dos niñas partieron juntas hacia el monte. Allí, rodeadas de naturaleza, Sofía se sintió libre.
"Mirá, Sofía, ¡allí hay una mariposa gigante!" - gritó Clara mientras corría.
Sofía se concentró en dibujar la mariposa.
"¡Es increíble! Nunca había visto una tan hermosa" - dijo entusiasmada.
"Y lo bueno de este lugar es que podemos disfrutar de la primavera sin preocuparnos por el polen," - añadió Clara sonriendo.
Desde entonces, Sofía y Clara se convirtieron en grandes amigas. Juntas exploraban la primavera, pero también aprendieron sobre otras estaciones y sus propias bellezas. Sofía podía crear un álbum lleno de sus dibujos y compartir su amor por la primavera con sus amigos.
Un día, mientras estaban juntas dibujando una escena del bosque, Clara le dijo:
"Sofía, creo que lo que hacés es realmente mágico. Y tu habilidad de ver las cosas diferentes también es un regalo. No necesitás estar cerca de las flores para ser feliz. La primavera está en tu corazón, acompañada de cada trazo que hacés. " -
Sofía sonrió al escuchar a Clara y, sintiéndose inspirada, decidió organizar una exposición de sus dibujos en la escuela. Al mostrar su trabajo, compartió su experiencia especial sobre lo que la primavera significaba para ella y cómo había encontrado un camino alternativo para disfrutarla. Todos sus amigos y familiares quedaron maravillados.
"¡Sofía, tus dibujos son tan hermosos!" - exclamaron.
"Nunca pensé que el polen me haría más fuerte, pero hoy entiendo que hay muchas formas de ser parte de la magia de la primavera," - concluyó Sofía, feliz.
Así fue como Sofía aprendió que, a veces, los obstáculos te llevan a encontrar caminos nuevos y hermosos. Y desde entonces, cada primavera su corazón se llenó de amor y color, sin importar el polen.
"¡Gracias, primavera!" - decía Sofía cada año, rodeada de dibujos y sonrisas.
FIN.