Sofía y la valentía de la diversidad


Había una vez una niña llamada Sofía que estaba a punto de empezar un nuevo año escolar en un colegio diferente. Estaba nerviosa porque no conocía a nadie y no sabía cómo serían sus compañeros.

El primer día de clases, Sofía llegó temprano y se sentó en su pupitre con mariposas en el estómago. Pronto entraron los demás niños, todos hablando y riendo juntos. Sofía se sintió un poco intimidada al verlos tan animados.

- Hola, soy Valentina, ¿cómo te llamas? - dijo una niña rubia con trenzas que se sentó junto a ella. Sofía sonrió tímidamente y respondió: "Soy Sofía". Valentina le presentó a sus amigos Martín, Julieta y Tomás.

Juntos formaban un grupo muy unido que siempre estaba dispuesto a ayudarse unos a otros. Los días pasaron y Sofía comenzó a sentirse más cómoda en su nueva escuela.

Aprendió mucho de sus compañeros, quienes tenían intereses diversos como la música, el arte y el deporte. Se dio cuenta de que cada uno era único y especial a su manera. Un día, durante el recreo, vio a Martín solo en un rincón mirando triste hacia el suelo.

- ¿Estás bien Martín? - preguntó Sofía acercándose preocupada. Martín levantó la mirada sorprendido por la atención de Sofía. Le contó que estaba triste porque había perdido su pelota favorita en el patio durante el juego anterior. Sin dudarlo, Sofía ofreció ayudarle a buscarla.

Recorrieron juntos cada rincón del patio hasta que finalmente encontraron la pelota escondida detrás de unos arbustos. La sonrisa de Martín iluminó todo su rostro y le dio las gracias emocionado.

Esa tarde al regresar a casa, Sofía reflexionaba sobre lo importante que era ser amable y solidario con los demás. Se sintió feliz de haber podido hacer feliz a Martín con algo tan sencillo como encontrar una pelota perdida.

A partir de ese día, Sofía se convirtió en una gran amiga para todos en su clase. Descubrió que la diversidad de personalidades hacía del grupo un lugar especial donde cada uno tenía algo valioso para compartir.

Al final del año escolar, cuando llegó el momento de despedirse por vacaciones, los niños intercambiaron abrazos cálidos y promesas de mantenerse en contacto durante las vacaciones.

Sofía supo entonces que había encontrado no solo nuevos amigos, sino también una segunda familia en aquel colegio lleno de gente maravillosa. Y así termina esta historia donde una niña tímida descubre la importancia de abrirse al mundo e interactuar con personas diferentes para crecer como individuo y valorar la diversidad que nos rodea.

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