Sofía y las Almas Perdidas
En un pequeño pueblo llamado Alma Verde, a las afueras de una gran ciudad, vivía Sofía, una chica de 18 años que tenía un don muy especial. Sofía podía ver cosas que otras personas no podían: almas perdidas que vagaban entre el mundo de los vivos y el de los sueños. Cada vez que veía una de estas almas, su corazón se llenaba de curiosidad y un poco de tristeza.
Un día, mientras paseaba por el parque del pueblo, Sofía vio a una pequeña alma con una luz tenue que parecía estar perdida.
"Hola, ¿por qué estás tan triste?" - le preguntó con suavidad.
La pequeña alma respondió con un susurro: "No sé cómo encontrar el camino de regreso a casa. Me siento sola y perdida."
Sofía sintió un profundo deseo de ayudarla. "No te preocupes, juntos vamos a encontrar el camino. Primero, contame tu nombre."
"Soy Lila, y solía jugar en este parque con mis amigos antes de... antes de salir de su vida."
Sofía decidió llevar a Lila a un lugar especial donde pudiera recordar momentos felices. Juntas fueron al lago del pueblo.
"Aquí, mira el reflejo del agua. ¿Recuerdas cuando venías a jugar?" - le dijo Sofía.
Lila sonrió, aunque aún había una sombra de tristeza en su rostro. "Sí, me acuerdo de esos días. Pero, ¿cómo vuelvo?"
Sofía pensó durante un momento. "Quizás si encontramos algo que te haga sentir feliz, puedas volver a casa. Cada alegría que recordemos puede guiarte."
Así que comenzaron a jugar, a contar historias y a reír. Sofía usó su imaginación para crear un mundo donde Lila se sentía querida y protegida.
"Vamos a recordar a tus amigos, a la mamá que te cuidaba. Cuéntame de ellos," - le incitó Sofía.
Y Lila empezó a hablar. Habló de las tardes en que hacían carreras de bicicletas, de risas compartidas y de los secretos que guardaban. Poco a poco, la luz de Lila comenzó a brillar con más fuerza.
Pero había un reto más. Al caer la tarde, Lila se sentía más fuerte, pero todavía no estaba lista para partir.
"No sé si puedo irme. Tengo miedo de olvidar todo."
Sofía le habló suavemente: "Nadie puede olvidar el amor. Cada recuerdo siempre estará contigo. Cuando sientas que te olvidas, piensa en todas las risas y momentos felices. Esos son los que te llevarán de regreso."
Con esas palabras de aliento, Lila comenzó a levitar suavemente y su luz brillaba como nunca.
"Gracias, Sofía. Gracias por ayudarme a recordar. Te llevaré en mi corazón."
Y así, con un último destello, Lila se despidió y se fue a su hogar.
Sofía sonrió, sintiendo que había hecho algo valioso. En ese momento, entendió que su don, aunque extraño, era en realidad un regalo para ayudar a aquellos que no podían encontrar su camino.
Desde aquel día, Sofía decidió usar su capacidad con valentía. Conoció muchas almas perdidas y cada vez ayudaba a una, aprendía un poco más sobre el amor y la amistad.
A medida que pasaba el tiempo, Sofía se convirtió en una guía, no solo para las almas perdidas, sino también para todos los que necesitaban orientación en la vida. Y así, el pueblo de Alma Verde se llenó de historias de esperanza, alegría y el poder de recordar con amor.
Y nunca se olvidó de Lila, la primera alma a la que ayudó. Un día, Sofía miró al cielo y sonrió, sabiendo que cada unirse y separarse es parte de la vida, siempre con un rayo de luz dejando huella.
Y así, Sofía aprendió que ayudar a los demás también iluminaba su camino. El don de Sofía no solo era ver almas, sino también cultivar conexiones genuinas con los que la rodeaban, dejando una huella de amor y esperanza en su camino.
A través de sus experiencias, Sofía enseñó al pueblo el valor de la empatía, la alegría compartida y el amor permanente, convirtiéndose en un faro de luz en la oscuridad.
FIN.