Sofía y Lola en el Futuro


Sofía y Lola eran inseparables. Siempre estaban juntas, jugando y explorando el mundo que las rodeaba. Un día, mientras caminaban por el parque, encontraron una extraña máquina del tiempo. - ¡Mira esto, Lola! -exclamó Sofía-.

Es una máquina del tiempo. Podríamos viajar al futuro. - ¡Guau! -ladró Lola emocionada-. ¿Podemos ir ahora mismo? Sofía sonrió y subió a la máquina con su perrita en brazos.

Presionó un botón y de repente se encontraron en un lugar desconocido. Todo era diferente: los edificios eran más altos, los coches volaban y la ropa de la gente parecía sacada de una película de ciencia ficción. - ¡Increíble! -dijo Sofía asombrada-. Nunca había visto algo así.

- Guau guau guau -ladró Lola emocionada-. Esto es tan divertido.

Mientras caminaban por las calles futuristas, vieron cosas aún más sorprendentes: robots gigantes que ayudaban a construir edificios, comida que se preparaba sola y hologramas que mostraban imágenes en 3D. - Esto es lo más genial que he visto nunca -dijo Sofía maravillada-. Pero también es un poco confuso. No entiendo cómo funciona todo esto. De repente, escucharon unos gritos desesperados.

Corrieron hacia el lugar de donde provenían los ruidos y encontraron a un grupo de personas atrapadas bajo los escombros de un edificio derrumbado. - Tenemos que ayudarlos -dijo Sofía decidida. - Guau guau -ladró Lola, asintiendo con la cabeza.

Sofía y Lola comenzaron a buscar una forma de llegar hasta las personas atrapadas. Fue entonces cuando encontraron un pequeño robot que parecía estar perdido. - ¡Hola! -dijo Sofía acercándose al robot-.

¿Puedes ayudarnos a sacar a esas personas de ahí? El robot los miró con sus ojos brillantes y asintió con la cabeza. Juntos, lograron salvar a todas las personas atrapadas y llevarlas a un lugar seguro.

Mientras se alejaban del lugar del accidente, Sofía se dio cuenta de algo importante:- Aunque todo esto es muy emocionante e impresionante, no podemos olvidarnos de lo más importante: ayudar a los demás. Siempre debemos ser amables y colaborativos, sin importar qué tan diferente sea el mundo en el que nos encontremos.

- Guau guau -ladró Lola felizmente-, eso es verdad. Siempre tenemos que ayudar a los demás. Sofía sonrió y abrazó fuerte a su perrita.

Sabía que había aprendido una gran lección sobre la importancia de ser solidarios y valientes en cualquier situación. Y aunque nunca volverían al futuro, siempre recordaría esa aventura como una experiencia inolvidable junto a su mejor amiga.

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