Sofía y los conejitos estrellados



En un hermoso bosque lleno de árboles altos y frondosos, vivía una nena llamada Sofía. A Sofía le encantaba explorar el bosque todos los días y descubrir cosas nuevas.

Pero lo que más le fascinaba eran las estrellas que brillaban en el cielo por la noche. Un día, mientras caminaba por el bosque, Sofía encontró una casita pequeña y acogedora escondida entre los árboles. Sin pensarlo dos veces, decidió entrar para ver quién vivía allí.

Dentro de la casa, Sofía se sorprendió al encontrar a tres conejitos jugando a las cartas en la mesa. Los conejitos parecían muy amigables y pronto se hicieron amigos. "¡Hola! Soy Sofía", dijo emocionada.

"¡Hola Sofía! Yo soy Conejo Saltarín", dijo el primer conejito. "Y yo soy Conejo animal", dijo el segundo. "¡Y yo soy Conejo Travieso!", exclamó el tercero con una sonrisa pícara. Los cuatro amigos pasaron horas jugando y riendo juntos.

Mientras tanto, fuera de la casa, comenzó a anochecer y las estrellas empezaron a aparecer en el cielo. Sofía miró por la ventana y sus ojos se iluminaron al ver cómo las estrellas brillaban más intensamente que nunca antes.

Quería tocarlas, pero no sabía cómo hacerlo. "¿Qué te pasa, Sofi?", preguntó Conejo Saltarín al notar su expresión de asombro. "Me encantan las estrellas pero no sé cómo alcanzarlas", respondió Sofía con tristeza. Los conejitos se miraron entre sí y luego sonrieron a Sofía.

Conejo animal tomó la palabra:"Sofi, en este bosque mágico todo es posible. Si deseas tocar las estrellas, debes seguir tu corazón y creer en ti misma. "La nena asintió emocionada y decidió seguir el consejo de sus nuevos amigos.

Juntos, salieron de la casa y comenzaron a caminar hacia el claro del bosque donde las estrellas brillaban más intensamente. De repente, los conejitos comenzaron a saltar muy alto, alcanzando las ramas más altas de los árboles.

Sorprendida por su habilidad para saltar tan alto, Sofía decidió intentarlo también. Con cada salto que daba, Sofía sentía que estaba un poco más cerca de las estrellas.

Saltaba una vez, dos veces y cada vez se acercaba más al cielo estrellado. Finalmente, después de un gran salto, Sofía logró tocar una estrella con la punta de sus dedos.

Una sensación cálida recorrió todo su cuerpo mientras veía cómo la estrella se convertía en un destello mágico que iluminaba el bosque entero. "¡Lo logré! ¡Toqué una estrella!", exclamó emocionada. "¡Eso es increíble!" gritaron los conejitos desde el suelo. Desde aquel día, Sofía aprendió que no hay límites cuando se trata de perseguir nuestros sueños.

Aprendió a confiar en sí misma y a creer en su propia magia interior. Y así fue como todos los días, Sofía y sus amigos conejitos saltaban hacia las estrellas, llenando el bosque de magia y alegría.

Y cada vez que alguien miraba al cielo nocturno, podía ver cómo las estrellas brillaban más intensamente gracias a la valentía y determinación de una pequeña nena llamada Sofía.

FIN.

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