Sofía y los miedos imaginarios



Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas y árboles frondosos, una niña llamada Sofía. Sofía era valiente, curiosa y siempre estaba lista para vivir aventuras. Sin embargo, esa noche algo inesperado sucedió.

Una noche, mientras se preparaba para ir a dormir, Sofía escuchó un ruido extraño debajo de su cama. Al agacharse para ver qué era, se encontró con un monstruo de color verde con los dientes afilados y las uñas largas.

La niña se asustó tanto que salió corriendo de su habitación gritando. - ¡Mamá! ¡Papá! ¡Hay un monstruo debajo de mi cama! -gritaba Sofía mientras corría hacia la cocina donde estaban sus padres.

Al escuchar los gritos de su hija, los padres de Sofía se levantaron alarmados y corrieron hacia ella para saber qué estaba pasando. - ¿Qué sucede, Sofi? ¿Por qué gritas así? -preguntó la mamá preocupada.

- ¡Hay un monstruo debajo de mi cama! Era verde y tenía dientes afilados y uñas largas. ¡Me dio mucho miedo! -explicaba entre sollozos la niña. Los padres de Sofía intercambiaron miradas preocupadas pero luego sonrieron tranquilizadores. - Tranquila, cariño.

Vamos a comprobar juntos qué hay debajo de tu cama -dijo el papá con voz serena mientras tomaba la mano de su hija. Con valentía renovada por el apoyo de sus padres, Sofía regresó a su habitación lentamente.

Cuando llegaron allí, no había rastro del monstruo verde con dientes afilados y uñas largas. - ¿Dónde está el monstruo? -preguntó confundida la niña mirando debajo de la cama sin encontrar nada.

Entonces, el papá sonrió y le explicó: "A veces nuestros miedos pueden parecer muy reales en nuestra imaginación, pero es importante recordar que muchas veces no son más que eso: miedos imaginarios". Sofía reflexionó sobre las palabras de su padre y poco a poco sintió cómo desaparecían sus miedos.

Desde ese día entendió que podía enfrentar cualquier cosa si contaba con el apoyo y amor de su familia. Y así, entre risas y abrazos reconfortantes, la noche volvió a estar llena de paz en la casa de Sofía.

Y aunque el monstruo verde nunca volvió a aparecer bajo la cama, ella aprendió una valiosa lección: que los miedos pueden superarse con valentía y amor.

FIN.

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