Sofía y los seres perdidos



Había una vez en un pequeño pueblo rodeado de un frondoso bosque, una niña llamada Sofía. Sofía era valiente y curiosa, le encantaba explorar y descubrir nuevos lugares.

Un día, mientras jugaba cerca del bosque, escuchó un llanto muy triste que venía de entre los árboles. Intrigada, se acercó sigilosamente y descubrió a La Llorona sentada junto a un río con lágrimas en sus ojos.

La Llorona era conocida en el pueblo por su leyenda de pena y dolor eterno. Pero Sofía no tuvo miedo, se acercó lentamente y le preguntó qué le pasaba. "¿Por qué lloras, señora Llorona?" -preguntó la valiente niña.

La Llorona levantó la mirada sorprendida de que alguien se acercara a ella sin temor. Le contó a Sofía que estaba perdida en el bosque y no encontraba el camino de regreso a su hogar. Sin dudarlo, Sofía le ofreció ayudarla y juntas emprendieron el camino de regreso.

Mientras caminaban por el bosque, escucharon un ruido extraño que provenía detrás de unos arbustos. Para sorpresa de ambas, apareció un zombie tambaleante que parecía necesitar ayuda también.

"¡Ayuda! ¡Estoy perdido y hambriento!" -exclamó el zombie con voz gutural. Sofía, sin asustarse, le tendió la mano al zombie y lo invitó a unirse a su grupo para encontrar juntos el camino a casa. La Llorona estaba impresionada por la valentía y bondad de la niña.

Caminando un poco más, llegaron a una parte del bosque donde vieron un carro abandonado que parecía estar averiado. Sin pensarlo dos veces, Sofía propuso arreglarlo para poder transportarse más rápido todos juntos.

Con ingenio e imaginación, lograron reparar el carro utilizando ramas y hojas del bosque. La Llorona cantaba melodías antiguas para animar al grupo mientras trabajaban juntos.

Finalmente subieron al carro: Sofía conduciendo, La Llorona emocionada por regresar a su hogar después de tanto tiempo perdida; el zombie contento por haber encontrado nuevos amigos; y todos juntos emprendieron el viaje de regreso al pueblo. Al llegar al pueblo, La Llorona les dio las gracias con lágrimas de felicidad en los ojos.

El zombie decidió quedarse en el bosque para explorar nuevas aventuras pero prometió volver a visitarlos pronto. Sofia aprendió una gran lección sobre la importancia de ayudar a los demás sin importar cómo luzcan o quiénes sean.

Y así fue como esta inesperada amistad entre una niña valiente, La Llorona triste, un zombie amigable y un carro improvisado demostró que juntos podían superar cualquier obstáculo en su camino hacia la amistad verdadera.

FIN.

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