Sofía y su amiga Lunita


En un barrio tranquilo de Buenos Aires, vivía una niña llamada Sofía. Ella tenía una muñeca muy especial a la que había bautizado como —"Lunita" .

Lunita era su compañera de juegos favorita, y juntas compartían aventuras en el jardín de la casa. Un día soleado, Sofía decidió llevar a Lunita al parque para disfrutar del aire fresco y jugar en los columpios.

Sin embargo, mientras se divertía correteando por el césped, algo terrible sucedió: ¡Sofía perdió a Lunita! La niña buscó por todas partes, entre los árboles y detrás de las bancas, pero su muñeca no aparecía por ningún lado. Sofía estaba desconsolada. Sus ojos se llenaron de lágrimas y su corazón latía con fuerza.

No sabía qué hacer sin su querida Lunita. Fue entonces cuando una vecina llamada Doña Rosa, quien paseaba a su perro por el parque, encontró la muñeca entre unos arbustos.

Al ver la carita triste de Sofía, Doña Rosa entendió lo importante que era Lunita para ella. Sin dudarlo un segundo, tomó la muñeca y se dirigió hacia la casa de la niña.

Al llegar allí, tocó la puerta y esperó con una sonrisa cálida en el rostro. - ¡Hola! ¿Eres tú la dueña de esta hermosa muñeca? -preguntó amablemente Doña Rosa. Sofía abrió los ojos sorprendida al ver a Lunita en manos de aquella vecina tan amable.

Sin poder contener su emoción, exclamó:- ¡Sí! ¡Es mi Lunita! ¡Muchas gracias por encontrarla! Doña Rosa le entregó la muñeca a Sofía con ternura y complicidad. La niña abrazó a Lunita con fuerza y luego miró a Doña Rosa con gratitud en sus ojos brillantes.

- ¡Gracias por rescatar a mi muñeca! -dijo Sofía emocionada-. Nunca pensé volverla a ver. Doña Rosa sonrió dulcemente y le respondió:- De nada, pequeña. Siempre es importante ayudarnos unos a otros y cuidar las cosas que apreciamos.

Recuerda que aunque parezca perdido todo tiene solución si contamos con un poquito de ayuda. Desde ese día, Sofía aprendió que siempre hay personas dispuestas a tender una mano amiga cuando más lo necesitamos.

Y Doña Rosa se convirtió en una amiga especial para ella; juntas compartieron tardes de mate y charlas animadas en las cuales descubrieron cuánto tenían en común.

La historia de cómo Doña Rosa rescató a Lunita se convirtió en un recuerdo entrañable para Sofía, quien aprendió sobre el valor de la solidaridad y la importancia de estar atentos para ayudar al prójimo en momentos difíciles.

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