Sofía y su misión de ayuda animal



Había una vez una niña llamada Sofía que vivía en un pequeño pueblo de Argentina. Sofía era muy curiosa y le encantaba explorar el bosque cercano a su casa.

Un día, mientras caminaba por el bosque, encontró a una pequeña mora herida. La mora estaba sola y parecía tener mucho dolor. Sofía se acercó con cuidado y la recogió del suelo. "¿Estás bien, pequeña mora?" preguntó Sofía preocupada. "No puedo moverme", respondió la mora con tristeza.

Sofía decidió llevarla a casa para cuidarla hasta que sanara. Con paciencia, le dio de comer y beber todos los días, y poco a poco la mora empezó a recuperarse.

Un día, cuando Sofía fue al jardín trasero para revisar cómo estaba su nueva amiga, se sorprendió al encontrar no solo a la mora sino también a otros animales necesitados: un zorro cojo, un búho ciego y un erizo enfermo. "¡Oh no! ¿Qué les pasó?" exclamó Sofía asustada.

"Nosotros hemos estado aquí todo el tiempo", respondió el zorro. "Pero nunca te habías dado cuenta de nuestra presencia", agregó el búho. Sofia se sintió mal por no haberlos notado antes pero decidió ayudarlos como había hecho con la mora.

Comenzaron entonces días llenos de trabajo duro; alimentando y curando animales necesitados. Con el tiempo, más animales llegaron al jardín trasero de Sofia para recibir ayuda.

Incluso algunas personas del pueblo comenzaron a donar alimentos y medicinas para ayudar a Sofía en su tarea. Un día, cuando Sofía y los animales estaban disfrutando del sol de la tarde, un hombre mayor se acercó al jardín.

Era el dueño del bosque cercano y estaba muy sorprendido por lo que había visto. "Sofía, he estado observando tu trabajo aquí durante semanas", dijo el hombre. "Estoy muy orgulloso de ti y quiero ofrecerte mi ayuda para que puedas seguir cuidando de estos animales necesitados".

Sofía no podía creer lo que estaba escuchando. Habían pasado muchas cosas desde que encontró a la pequeña mora herida en el bosque y ahora tenía todo un equipo trabajando con ella para ayudar a otros animales necesitados.

Desde ese día, Sofia continuó cuidando de los animales en su jardín trasero con la ayuda del pueblo entero. Y aunque era una tarea difícil, nunca dejaron de hacerlo porque sabían que era importante ayudar a aquellos que no podían ayudarse a sí mismos.

La moraleja de esta historia es simple: si todos nos involucramos un poco podemos hacer mucho por los demás.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!