Sofía y su pequeño amigo



Había una vez en el tranquilo pueblo de Villa Zanahoria, una conejita llamada Sofía. Sofía era muy curiosa y siempre estaba buscando nuevas aventuras para vivir junto a sus amigos del bosque.

Un día soleado, mientras paseaba por la plaza del pueblo, Sofía se encontró con una caja abandonada. Al acercarse, escuchó un suave ruido que venía desde adentro. Con cuidado y curiosidad, abrió la caja y ¡sorpresa! Encontró a un pequeño bebé humano envuelto en mantas.

"¡Oh no! ¿Qué hago ahora?", pensó Sofía preocupada. Pero enseguida recordó lo que le enseñaron sus padres: ayudar al prójimo y ser solidaria.

Sin dudarlo, Sofía decidió llevar al bebé a su madriguera en el bosque para cuidarlo y protegerlo. Le preparó una cama con hojas secas y le dio de comer zanahorias frescas que recolectó con sus amigos. Los días pasaron y Sofía se convirtió en la mamá adoptiva del bebé humano.

Lo llamaron Benjamín y juntos vivieron muchas aventuras entre risas y juegos en el bosque. Pero un día, mientras jugaban cerca de un arroyo, Benjamín se resbaló y cayó al agua.

Sofía, llena de miedo pero decidida a salvarlo, saltó valientemente al arroyo y logró sacarlo sano y salvo. "¡Gracias por salvarme, mamá Sofía!", dijo Benjamín abrazando a su amiga conejo. Desde ese momento, Benjamín aprendió a ser más cuidadoso gracias al ejemplo de valentía de Sofía.

Y juntos demostraron que la verdadera familia no tiene que ver con el parentesco biológico, sino con el amor incondicional y la solidaridad.

Y así fue como en Villa Zanahoria se contaba la historia de cómo una conejita llamada Sofía encontró en la plaza del pueblo mucho más que una sorpresa: encontró un nuevo amigo para toda la vida.

FIN.

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