Sofía y su pincel mágico



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, una niña llamada Sofía. Sofía era una niña muy alegre y creativa, le encantaba dibujar y contar historias.

Sin embargo, en la escuela no la pasaba nada bien, ya que algunos compañeros de clase se burlaban de ella por ser diferente. Un día, mientras estaba dibujando en el patio del colegio, llegaron los niños que solían molestarla: Martín y Valeria.

Se acercaron a Sofía riéndose y comenzaron a burlarse de sus dibujos. "¡Miren qué feos son esos dibujos! ¿Por qué no te dedicas a algo útil en vez de perder el tiempo con esas tonterías?", se burló Valeria.

Sofía se sintió triste y avergonzada, guardó sus dibujos en su mochila y corrió al baño para llorar. En ese momento, apareció la maestra Clara y vio a Sofía llorando. "¿Qué pasa, Sofi? ¿Por qué estás tan triste?", preguntó la maestra Clara con preocupación.

Sofía le contó lo que había pasado con Martín y Valeria. La maestra Clara escuchó atentamente y luego le dijo:"Sofía, nunca debes dejar que las palabras hirientes de los demás te afecten. Tú eres única y especial tal como eres.

Tus dibujos son maravillosos porque reflejan tu imaginación y creatividad. "Sofía se secó las lágrimas y asintió con la cabeza.

La maestra Clara le propuso algo a Sofía:"¿Qué te parece si organizamos una exposición de tus dibujos en la escuela? Así todos podrán ver lo talentosa que eres. "Los ojos de Sofía se iluminaron de emoción ante esa idea. Juntas comenzaron a planificar la exposición. Invitaron a todos los alumnos, padres y vecinos del pueblo.

El día de la exposición llegó y el salón se llenó de personas curiosas por ver los dibujos de Sofía. Había paisajes coloridos, personajes fantásticos e historias increíbles plasmadas en cada obra.

Martín y Valeria también estaban presentes entre el público. Al ver los hermosos dibujos de Sofía, se sintieron avergonzados por haberla molestado. Al finalizar la exposición, todos aplaudieron emocionados el talento de Sofía.

Martín se acercó tímidamente a ella y le dijo:"Perdón por haberte molestado antes, no sabíamos lo increíble artista que eres. "Sofía sonrió amablemente y les tendió la mano como señal de perdón. Desde ese día, Sofía siguió compartiendo su arte con el mundo sin importar lo que dijeran los demás.

Aprendió que su verdadero valor estaba en ser fiel a sí misma e inspirar a otros con su creatividad. Y así, Villa Esperanza se llenó de colores gracias al talento único de esa valiente niña llamada Sofía.

FIN.

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