Sofía y su sonrisa valiente



. Cada vez que su mamá le decía que tenían una cita con el odontólogo, Sofía se ponía a temblar y llorar.

Un día, mientras caminaban hacia la consulta del dentista, Sofía le dijo a su mamá: "No quiero ir al dentista. Me da miedo que me hagan daño". Su mamá la abrazó y le dijo: "Sé que tienes miedo, pero es importante cuidar de tus dientes para tener una sonrisa bonita y saludable".

Cuando llegaron al consultorio, la recepcionista les dio la bienvenida y les pidió que esperaran en la sala de espera. Allí había revistas para niños y juguetes para entretenerse mientras esperaban.

De repente, un niño pequeño empezó a llorar desconsoladamente en el sillón del dentista. Sofía se asustó más aún y pensó: "¡No quiero estar ahí!". Pero entonces apareció una enfermera muy simpática llamada Ana.

Se acercó a ella con una sonrisa cálida y le preguntó si quería jugar con ella un rato antes de entrar al consultorio. Sofía aceptó encantada. Ana sacó unos juegos para pintar y unas fichas coloridas para armar un rompecabezas juntas.

Mientras jugaban, Ana le explicaba cómo funcionaba todo en el consultorio del dentista. "Mira Sofi -dijo- este es el sillón donde te vas a sentar cuando vayas a ver al doctor. Pero no te preocupes porque no duele nada".

"¿Nada? -preguntó incredulamente Sofi- ¿Ni siquiera cuando te sacan una muela?""Bueno, puede ser un poco incómodo pero no duele tanto como imaginas. Y además, el dentista siempre te va a preguntar si estás bien y si necesitas descansar un momento". Sofía se sintió más tranquila después de hablar con Ana.

De repente, sonó su nombre en la sala de espera. "Es tu turno Sofi -dijo Ana- ¿Estás lista para conocer al dentista?"Sofía asintió con determinación.

Se agarró fuerte de la mano de su mamá y caminaron juntas hacia el consultorio del odontólogo. El doctor era un señor mayor muy amable que le sonrió a Sofía cuando entraron. Le explicó que iba a revisar sus dientes con unos instrumentos especiales que no hacían daño.

"¿Me vas a sacar alguna muela?" -preguntó Sofía temerosa. "No creo que sea necesario hoy -respondió el dentista- Pero si algún día tienes que sacarte una muela, vamos a hacerlo con mucho cuidado para que no sientas dolor".

El dentista hizo una revisión completa de los dientes de Sofía y le dijo que todo estaba bien. Le dio algunos consejos sobre cómo cepillarse mejor los dientes y le regaló una pequeña bolsita con cepillo de dientes nuevo y pasta dental.

Cuando salieron del consultorio, Sofía se sentía orgullosa por haber superado su miedo al dentista. Se dio cuenta de que no era tan malo como ella pensaba y se prometió nunca más tenerle miedo.

Desde ese día, cada vez que tenía una cita con el dentista recordaba las palabras amables de Ana y del doctor. Sabía que podía confiar en ellos para cuidar de su salud dental.

Y así, Sofía aprendió que enfrentar los miedos es la mejor manera de superarlos.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!