Sofía y sus amigas aladas



En un lejano bosque, lleno de árboles frondosos y flores de colores vibrantes, vivía una niña llamada Sofía. Desde que era muy pequeña, Sofía había sentido una profunda admiración por las mariposas.

Le fascinaba ver cómo revoloteaban entre las flores, con sus alas delicadas y coloridas. Un día, mientras paseaba por el bosque, Sofía se encontró con un grupo de mariposas que danzaban alegremente alrededor de una fuente cristalina.

Se quedó maravillada observándolas y pensó para sí misma: "¡Qué hermosas son las mariposas! Me encantaría ser como ellas, libre y feliz". Las mariposas parecían notar la admiración de Sofía y se acercaron a ella revoloteando suavemente a su alrededor.

Una de las mariposas más grandes se posó en el hombro de la niña y le dijo en voz baja:"¿Por qué nos admiras tanto, querida Sofía?"Sofía abrió los ojos sorprendida al escuchar a la mariposa hablar.

Con una sonrisa en el rostro, respondió:"¡Porque ustedes son tan hermosas y libres! Me encanta verlas volar tan alto y tan lejos". La mariposa asintió con gratitud y le dijo a Sofía:"Querida niña, cada uno tiene su propia belleza especial.

Tú también eres única y especial a tu manera. Solo necesitas descubrirlo dentro de ti". Sofía reflexionó sobre las palabras de la mariposa mientras seguían conversando amigablemente. De repente, un ruido estruendoso resonó en el bosque.

Un cazador furtivo había entrado al bosque con redes para capturar a las mariposas. Las mariposas se alarmaron e intentaron volar lejos para escapar del peligro, pero algunas quedaron atrapadas en las redes del cazador. Sofía sintió tristeza al verlas prisioneras y decidió actuar rápidamente.

Con valentía, corrió hacia el cazador y le pidió que liberara a las mariposas atrapadas. El hombre se sorprendió por la determinación de la niña e accedió a soltarlas antes de marcharse avergonzado por lo que estaba haciendo.

Las mariposas liberadas revolotearon felices alrededor de Sofía como si quisieran expresarle su gratitud. La misma mariposa grande que había hablado con ella antes se posó nuevamente en su hombro y dijo:"Gracias por defender nuestra libertad y nuestra vida, querida Sofía.

Has demostrado tener un gran corazón lleno de amor hacia todos los seres vivos". Sofia sonrió emocionada al escuchar esas palabras reconfortantes. A partir de ese día, Sofía siguió visitando el bosque regularmente para pasar tiempo con sus amigas las mariposas.

Aprendió a valorar no solo su belleza externa sino también su importancia en el equilibrio natural del bosque.

Y así fue como la pequeña Sofia descubrió que cada ser vivo tiene algo especial que ofrecer al mundo; solo hace falta abrir los ojos del corazón para verlo.

FIN.

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