Sofía y sus Amigos
Era un día soleado, perfecto para una excursión. Sofía, junto a sus compañeros Lucinao, Pau, Paqiade y Fabio, se subieron al enorme barco de vela que los llevaría a la playa. Su maestra, Mis Jimi Sali, sonreía emocionada mientras les explicaba cómo navegar.
"¿Listos para la aventura?" - preguntó Mis Jimi Sali.
"¡Sí!" - gritaron todos al unísono, mirando cómo el viento llenaba las velas.
El barco avanzaba rápido y ellos se sentían como verdaderos marineros. Mientras navegaban, comenzaron a jugar a contar cuántos peces podían ver saltando en el agua.
"¡Miren, hay uno!" - dijo Pau, señalando.
"¡Yo vi un delfín!" - exclamó Paqiade, emocionado.
Pero, de repente, el barco se detuvo. Sofía miró hacia adelante y vio algo asombroso.
"¡Tiburones!" - gritó.
"¡No hay que asustarse!" - dijo Fabio, más valiente que nunca.
Mientras observaban con curiosidad, los tiburones nadaban alrededor del barco, pero se notaba que no tenían malas intenciones.
"Siento que nos están saludando" - comentó Lucinao, riendo. A pesar del miedo inicial, los tiburones se acercaban en círculos y parecían divertidos.
Mis Jimi Sali decidió que era momento de acercarse un poco más, así que pidió a todos que guardaran silencio.
"Vamos a ver si podemos aprender algo de ellos" - sugirió, bajo la mirada atenta de los niños.
Para su sorpresa, uno de los tiburones se presentó. Tenía una sonrisa inusitada.
"Hola, soy Tibi, el tiburón. ¡No se asusten!" - dijo el tiburón con voz amistosa.
"¡Wow, un tiburón que habla!" - exclamó Sofía, fascinada.
Aprovechando que Tibi estaba allí, la maestra preguntó:
"¿Qué come un tiburón?"
"Comemos pescado, pero también nos encanta jugar. Puedo mostrarles algo divertido si quieren" - contestó Tibi.
"¡Sí, sí!" - gritaron todos.
Tibi comenzó a hacer acrobacias en el agua, nadando de un lado a otro, mientras los niños se reían y aplaudían. Pero lo más increíble fue cuando otro amigo apareció.
"¡Hola a todos!" - dijo una voz profunda.
Del fondo del mar emergió Godzilla, que también tenía buena onda.
"No se alarmen, soy Godzi, y me encanta que hagan nuevos amigos. ¡Quieren jugar conmigo también?" - preguntó el enorme monstruo.
Aunque al principio pensaron en asustarse, pronto se dieron cuenta que Godzi era muy divertido.
"Podemos hacer una carrera a ver quién nada más rápido: Tibi, Godzi o el barco" - propuso Paqiade.
"¡Eso será muy divertido!" - dijo Fabio.
Así, comenzaron una competencia única. Les enseñaron a Godzi y a Tibi a saltar en el agua con ellos, mientras la profesora les recordaba que además de jugar, era importante cuidar el océano y los animales que vivían en él.
"Recuerden amigos, siempre hay que respetar a nuestros compañeros del mar y no dejar basura" - les comentó Mis Jimi Sali, mientras reía viendo a los pequeños jugar con sus nuevos amigos.
"¡Sí!" - gritaron todos, mientras levantaban la mano como en clase.
Después de un día lleno de juegos, se despidieron de Tibi y Godzi.
"Gracias por el mejor día de mi vida" - dijo Sofía mientras el barco se alejaba.
"¡Yo también quiero volver a divertirme con ustedes!" - respondió Tibi desde el agua.
"Hasta pronto, amigos" - dijo Godzi, salpicando un poco de agua con su aleta.
Cuando regresaron a la playa, Sofía y sus amigos supieron que siempre recordarían esa aventura única en el mar, junto a un tiburón y un gigante de tres veces su tamaño que se hicieron amigos de verdad. Y les aprendieron una gran lección: hay que cuidar el océano y a todos sus habitantes, porque el mar es un lugar lleno de sorpresas y amigos inesperados.
FIN.