Sol, el niño perdido


Había una vez un niño llamado Sol, que vivía con su mamá en una casita cerca del bosque. Un día, mientras jugaba, se adentró demasiado en el bosque y, sin darse cuenta, se perdió.

El sol empezaba a ocultarse tras los árboles y Sol se dio cuenta de que no sabía cómo regresar a casa. Aterrado, Sol comenzó a gritar pidiendo ayuda, pero nadie respondía.

Con lágrimas en los ojos y el corazón apretado, decidió secarse las lágrimas y ser valiente. En medio de la oscuridad, recordó las enseñanzas de su mamá sobre cómo orientarse en la naturaleza. Buscó señales, como el musgo en los árboles, para encontrar el norte y poco a poco fue encaminándose.

Finalmente, vio un reflejo de luz entre los árboles y, con alivio, descubrió que era la luna llena brillando sobre su casita. Sol corrió hacia su hogar y, al llegar, abrazó a su mamá con fuerza.

Desde ese día, Sol aprendió que, incluso en la oscuridad, siempre hay una luz que puede guiarnos si recordamos ser valientes y utilizar lo que sabemos. Y así, Sol nunca volvió a perderse en el bosque.

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