Sol, la florista de la ciudad
Sol era una niña curiosa y amante de la naturaleza. Siempre se preguntaba por qué las calles de su ciudad eran tan grises y sin vida. Un día, decidió tomar acción y plantar algunas flores en su jardín.
- Mamá, ¿me das un poco de tierra para sembrar estas semillas? Quiero hacer algo bueno por nuestra ciudad - dijo Sol con entusiasmo.
- ¡Claro, hija! Me encanta que quieras ayudar al medio ambiente - respondió su mamá mientras le entregaba una bolsa de tierra. Sol salió al jardín y comenzó a sembrar sus semillas. Mientras lo hacía, se dio cuenta de que tenía muchas más semillas de las que podía plantar en su pequeño jardín.
Fue entonces cuando tuvo una idea brillante: podría llevar esas semillas a otros lugares públicos de la ciudad y plantarlas allí también.
Así que Sol comenzó a caminar por la ciudad con una pequeña bolsa llena de semillas en busca del lugar perfecto para plantarlas. Encontró un parque vacío cerca del centro y decidió empezar allí. - Hola, ¿puedo ayudarte? - preguntó un hombre mayor que estaba sentado en un banco cercano. - Sí, gracias.
Estoy plantando algunas flores para hacer nuestra ciudad más verde - respondió Sol con orgullo. El hombre sonrió y se ofreció a ayudarla a plantar las flores.
Juntos cavaron agujeros en el suelo y colocaron las semillas cuidadosamente dentro antes de cubrirlas con tierra fresca. Después de terminar en el parque, Sol y el hombre caminaron por la ciudad, buscando otros lugares donde pudieran plantar más flores.
Plantaron en las plazas, a lo largo de las aceras e incluso en algunos jardines abandonados. Cada vez que plantaban una flor nueva, Sol se sentía más feliz y orgullosa de su trabajo. Pero un día, cuando Sol estaba en la escuela, recibió una noticia triste.
Los trabajadores del ayuntamiento habían arrancado todas las flores que ella había plantado. Se sintió desanimada y triste al pensar que todo su esfuerzo había sido en vano. - ¿Por qué harían eso? - preguntó Sol a su mamá con lágrimas en los ojos.
- A veces la gente no entiende el valor de cuidar nuestro medio ambiente - respondió su mamá con calma -. Pero eso no significa que debamos rendirnos.
Podemos seguir intentándolo y educando a otros sobre la importancia de cuidar nuestra ciudad. Sol tomó estas palabras como un desafío personal. Decidió continuar plantando flores por toda la ciudad, pero esta vez también comenzaría a hablar con sus vecinos y amigos sobre el valor de cuidar nuestro medio ambiente.
Con el tiempo, más personas comenzaron a unirse a Sol en sus esfuerzos para hacer la ciudad más verde. Juntos organizaron eventos para limpiar parques y ríos cercanos, así como también para sembrar nuevas flores en lugares públicos.
La ciudad comenzó a cambiar lentamente: las calles grises se convirtieron en verdes oasis llenos de vida vegetal y animal. Y aunque todavía había quienes no entendían completamente el valor del trabajo de Sol y sus amigos, cada vez eran menos.
Sol se dio cuenta de que había hecho una gran diferencia en su ciudad y estaba orgullosa de lo que ella y sus amigos habían logrado.
Y aunque todavía había mucho por hacer, sabía que con perseverancia y trabajo duro, podrían seguir mejorando el lugar donde vivían.
FIN.