Solito, el sol maestro
Había una vez un pequeño sol llamado Solito, que vivía en el cielo azul y brillante. A diferencia de los demás soles, Solito era muy inteligente y siempre tenía muchas preguntas en su cabeza.
Un día, mientras observaba a los niños jugando en la Tierra, Solito se dio cuenta de que no todos tenían acceso a la educación. Esto lo entristeció mucho, ya que sabía lo importante que era aprender para crecer y alcanzar los sueños.
Decidido a ayudar a esos niños, Solito decidió bajar del cielo y buscar una manera de enseñarles. Caminó por bosques y montañas hasta llegar a un pequeño pueblo donde encontró una escuela abandonada.
"¡Oh! ¡Qué lugar perfecto para enseñar!"- exclamó emocionado Solito. Solito entró en la escuela y comenzó a ordenar todo el desorden que había allí. Limpió las pizarras llenas de polvo y arregló las sillas rotas.
Luego, fue al pueblo y con mucha alegría invitó a todos los niños a asistir a su nueva escuela. Al principio, los niños estaban sorprendidos al ver al sol hablando con ellos. Pero rápidamente se dieron cuenta de lo amable y cariñoso que era Solito.
Y así, cada día más niños llegaban ansiosos por aprender. Solito les enseñaba matemáticas e historia con ejemplos divertidos utilizando nubes como números o rayos como flechas históricas.
Les explicaba cómo funcionaban las estaciones del año moviendo sus brazos hacia adelante y hacia atrás para representar el paso del tiempo. Poco a poco, los niños comenzaron a amar el aprendizaje y se dieron cuenta de lo importante que era para su futuro.
Solito les enseñaba no solo conocimientos académicos, sino también valores como la amistad, el respeto y la solidaridad. Sin embargo, un día oscuro nublado llegó al pueblo. Las nubes cubrieron el cielo y Solito ya no podía brillar con fuerza.
Los niños estaban tristes porque sabían que si Solito no estaba allí, no podrían tener clases. "¡Oh no! ¿Qué haremos sin nuestro querido Solito?"- exclamó uno de los niños preocupado. Los niños decidieron reunirse en la escuela y buscar una solución.
Juntos, pensaron en cómo podrían seguir aprendiendo incluso sin la presencia de Solito. Entonces uno de ellos sugirió:"Podemos utilizar las luces de nuestras casas para iluminarnos mientras estudiamos".
Y así fue como cada noche, los niños encendieron sus luces y se reunieron en la escuela para continuar su aprendizaje. Aunque extrañaban a Solito, sabían que él siempre estaría en sus corazones guiándolos desde el cielo.
Un día, cuando las nubes finalmente se dispersaron y el sol volvió a brillar intensamente en el cielo azul, los niños corrieron emocionados hacia la escuela para contarle todo a Solito. "¡Solito! ¡Solito! Hicimos todo lo posible para seguir aprendiendo mientras tú estabas escondido detrás de las nubes!"- exclamaron felices.
Solito sonrió orgulloso al ver cómo los niños habían demostrado su valentía y perseverancia. Y desde ese día, Solito siguió enseñando a los niños con todo su brillo y amor.
La historia de Solito se convirtió en una leyenda que se transmitió de generación en generación. Los niños aprendieron que siempre hay soluciones para los desafíos y que la educación es un tesoro invaluable que nadie puede quitarles.
Y así, gracias a la inteligencia y el amor de Solito, todos los niños del pueblo pudieron cumplir sus sueños y convertirse en personas exitosas y felices.
FIN.