Sonrisas Dulces



Había una vez, en un pequeño pueblo llamado Dulcilandia, donde los niños tenían una debilidad por los dulces. Cada día, después de cada comida, se llenaban la boca con caramelos y chocolates sin parar.

Pero había un problema: el Duende de los Dientes. El Duende de los Dientes era un travieso personaje que vivía en el bosque cerca del pueblo. Le encantaba robar los dientes de los niños mientras dormían y dejar detrás una moneda a cambio.

Los niños no sabían qué hacer, ya que no querían perder sus dientes pero tampoco podían resistirse a los ricos dulces. Un día, Antonia, una niña muy valiente y curiosa, decidió investigar sobre el Duende de los Dientes.

Se adentró en el oscuro bosque y encontró al hada de los dientes llorando bajo un árbol. "¿Qué te pasa?", preguntó Antonia preocupada.

El hada levantó la cabeza y le explicó su tristeza: "El Duende de los Dientes está robando todos los dientes de los niños porque comen demasiados dulces. Quiero ayudarlos pero estoy agotada". Antonia tuvo una idea brillante: "¡Podemos trabajar juntas! Tú puedes seguir recolectando sus dientes mientras yo les enseño a cuidarlos mejor".

El hada sonrió emocionada y aceptó la propuesta. Juntas regresaron al pueblo para empezar su misión educativa. Antonia organizó talleres divertidos en la escuela para enseñarles a cepillarse correctamente después de cada comida y a limitar su consumo diario de dulces.

Les mostró cómo cuidar sus dientes para que estuvieran fuertes y sanos. El hada, por su parte, continuaba visitando a los niños durante la noche.

Pero esta vez no solo les dejaba una moneda, también les dejaba una nota con un mensaje especial: "Recuerda cepillarte después de cada comida y limita el consumo de dulces". Los niños empezaron a seguir los consejos de Antonia y las visitas del hada se volvieron menos frecuentes.

Los dientes comenzaron a estar más saludables y todos se sentían felices. Pero un día, algo inesperado ocurrió. El Duende de los Dientes decidió hacerle una visita sorpresa a Antonia mientras dormía.

Pero cuando vio lo bien cuidados que estaban sus dientes, sintió remordimiento por haberles causado tantos problemas. —"Antonia" , dijo el duende arrepentido, "me he dado cuenta de mi error. No volveré a robarles los dientes nunca más". Antonia sonrió y respondió: "Eso me alegra mucho.

Todos merecemos tener una sonrisa sana y bonita". Desde aquel día, el Duende de los Dientes cambió su actitud y comenzó a ayudar al hada recolectando dientes caídos en lugar de robarlos.

Juntos formaron un gran equipo que velaba por la salud dental de todos los niños del pueblo. Y así fue como Dulcilandia aprendió la importancia de cuidar sus dientes mientras disfrutaban ocasionalmente de sus dulces favoritos.

Gracias al esfuerzo conjunto del hada, Antonia y el duende travieso, todos sonreían con confianza sabiendo que tenían una sonrisa saludable y hermosa.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!