Sordita y el canto silencioso



Había una vez una rana llamada Sordita que vivía en un hermoso estanque rodeado de flores y árboles.

A pesar de ser muy feliz, siempre había algo que le entristecía: no podía escuchar los sonidos del bosque como lo hacían sus amigas ranitas. Un día, mientras las demás ranitas saltaban y jugaban alrededor del estanque, Sordita se sentó en una roca pensativa.

Quería poder disfrutar de la música de los pájaros y el murmullo del viento entre las hojas. Decidida a encontrar una solución, Sordita decidió emprender un viaje en busca de sus amigas ranitas para pedirles ayuda. Sabía que ellas podrían enseñarle cómo escuchar aunque fuera un poquito.

Emprendió su camino por el bosque con mucha determinación. Pasaron días y Sordita recorrió largas distancias sin rendirse. Hasta que finalmente llegó a un lago donde encontró a sus amigas ranitas reunidas cantando alegremente. "¡Amigas! ¡Amigas!"- gritó emocionada Sordita.

Las ranitas se sorprendieron al verla allí sola y saltaron hacia ella para darle la bienvenida. "¡Sordita! ¿Qué haces aquí?"- preguntó Curiosa, la más traviesa de todas. "Quiero aprender a escuchar como ustedes"- respondió Sordita con esperanza en su voz.

Las demás ranitas se miraron entre sí, pensativas. Finalmente, Saltarina, la líder del grupo tomó la palabra:"Sordita, sabemos que no puedes escuchar como nosotras, pero eso no significa que no puedas disfrutar de los sonidos del bosque.

Hay formas diferentes de percibir y experimentar el mundo". Sordita se sintió un poco desilusionada al principio, pero decidió confiar en sus amigas. "¿Qué quieres decir?"- preguntó Sordita con curiosidad.

Saltarina se acercó a ella y le explicó:"¡Vamos a enseñarte a sentir la música en tu corazón! Cada vez que escuches nuestros cantos o los sonidos del bosque, imagínate cómo sería si pudieras oírlos. Siente las vibraciones en el agua y en tu piel".

Sordita estaba emocionada por aprender algo nuevo y aceptó la propuesta de Saltarina.

Durante días, las ranitas enseñaron a Sordita diferentes formas de percibir los sonidos: saltando sobre hojas secas para sentir su crujido, tocando el tronco de los árboles para captar su resonancia y observando cómo las ondas del agua se movían al ritmo del viento. Poco a poco, Sordita comenzó a disfrutar del bosque de una manera diferente. Aprendió a reconocer cada sonido sin necesidad de escucharlo realmente.

La felicidad volvió a su vida mientras exploraba el estanque junto a sus amigas ranitas. Un día, mientras estaban todas reunidas cerca del lago, un sapo llamado Croakie se acercó curioso.

"Escuché que tienes un don especial para sentir la música sin poder oírla", dijo Croakie con admiración. "No es un don, es una forma diferente de disfrutar del mundo", respondió Sordita con humildad. Croakie quedó impresionado por la sabiduría de Sordita y le propuso algo:"Sordita, me gustaría aprender a sentir como tú.

¿Me enseñarías?"Sordita sonrió y aceptó encantada. Juntos, exploraron el bosque y compartieron la felicidad de descubrir nuevas formas de experimentar los sonidos. Desde aquel día, Sordita se convirtió en una rana muy especial.

No solo encontró su propia felicidad al percibir el mundo a su manera, sino que también ayudó a otros animales a apreciar las cosas desde diferentes perspectivas. Y así, la historia de Sordita se convirtió en una inspiración para todos los habitantes del bosque.

Aprendieron que cada uno tiene habilidades únicas y que no hay límites cuando se trata de encontrar la felicidad.

Y aunque Sordita nunca pudo escuchar como sus amigas ranitas, siempre supo que podía sentir y disfrutar del mundo tanto o más que cualquier otro animal en el bosque.

FIN.

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