Sorongo, el perro valiente de Villa Perruna



Había una vez en un tranquilo pueblo llamado Villa Perruna, un perro muy peculiar llamado Sorongo. Sorongo no era un perro común y corriente, ¡no! Sorongo era un perro masoquista.

Le encantaba hacer cosas que a los demás les causaban dolor o incomodidad, pero a él le resultaban divertidas y emocionantes. Un día, mientras paseaba por el parque del pueblo, Sorongo vio a una abuelita intentando cargar unas bolsas de compras muy pesadas.

Sin dudarlo ni un segundo, se acercó a ella y le dijo: "¡Déjeme ayudarla con esas bolsas!". La abuelita, sorprendida por la amabilidad de Sorongo, aceptó su ayuda.

"¡Oh, muchas gracias, querido Sorongo! Eres muy amable", dijo la abuelita mientras caminaban juntos hacia su casa. Sorongo llevó las bolsas hasta la puerta de la casa de la abuelita y luego se despidió con una gran sonrisa en el rostro.

Aunque los demás animales del pueblo no entendían por qué Sorongo disfrutaba haciendo cosas que para ellos eran molestas o dolorosas, empezaron a darse cuenta de que tenía un corazón bondadoso y siempre estaba dispuesto a ayudar a los demás.

Poco después, en Villa Perruna se anunció un concurso de talentos en el que todos los animales podían participar. Los amigos de Sorongo lo alentaron para que mostrara su talento ante todos. Al principio dudaba, pero finalmente decidió inscribirse en el concurso.

Llegó el día del concurso y todos estaban ansiosos por ver qué haría Sorongo.

Cuando llegó su turno, subió al escenario frente a todos los habitantes del pueblo y dijo:"¡Buenas tardes a todos! Hoy quiero mostrarles mi talento especial: ¡soy capaz de resistir cualquier cosa sin que me duela!". Todos quedaron sorprendidos y algo preocupados al escuchar las palabras de Sorongo. ¿Qué locura estaría por hacer? El primer desafío fue sostener una cacerola caliente durante varios minutos. Todos miraban expectantes...

¡pero Sorongo lo logró sin inmutarse! El segundo desafío fue recibir cosquillas durante un tiempo prolongado. Aunque reía sin parar, aguantó valientemente hasta el final. Y así pasaron varios desafíos más, cada uno más difícil que el anterior.

Hasta que llegó el momento final: debía atravesar un camino lleno de piedras puntiagudas descalzo. Todos contuvieron la respiración mientras veían a Sorongo avanzar lentamente sobre las afiladas piedras. Finalmente alcanzó la meta del otro lado del camino ileso.

Los habitantes del pueblo estallaron en aplausos y vítores ante semejante muestra de valentía y determinación por parte de Sorongo. Desde ese día en adelante, nadie volvió a subestimar las habilidades especiales de este peculiar perro masoquista.

Sorongo demostró que ser diferente no significaba ser menos capaz o valioso; al contrario, sus habilidades únicas lo convirtieron en todo un héroe para Villa Perruna.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!