Soy una Planta Grande y Hermosa



Érase una vez, en un rincón mágico de un jardín, una planta grande y hermosa llamada Flora. Sus hojas eran enormes y brillantes, y sus flores, de colores vivos, llenaban el aire con un dulce aroma. En el jardín vivían muchos otros seres: mariposas, abejas y hasta un viejo y sabio roble que siempre tenía una historia que contar.

Un día, mientras Flora disfrutaba del sol, escuchó un murmullo entre las flores más pequeñas. Intrigada, se acercó con cuidado.

"¿Qué les pasa, amiguitas?" -preguntó Flora con una voz suave y melódica.

"Estamos tristes, Flora" -respondió una pequeña margarita. "Nadie nunca nos nota porque somos tan pequeñas..."

"¡Pero eso no es cierto!" -exclamó Flora. "Cada uno de nosotros tiene su propia belleza y su importancia en este jardín. ¡Yo quizás sobresalgo por mi tamaño, pero eso no me hace mejor que ustedes!"

Las flores la miraron con sorpresa. Sabían que Flora era admirada por todos, pero nunca antes habían pensado en su propia valía.

"¿Qué podemos hacer para que nos noten?" -preguntó una violeta tímidamente.

"Tal vez podríamos organizar una fiesta de flores, así todos vendrían a admirarnos a todas" -propuso una pequeña diente de león.

Flora se emocionó con la idea.

"¡Eso sería maravilloso!" -dijo. "Podríamos invitar a las mariposas, a las abejas y a todos los animales del jardín. ¡Esto será un evento inolvidable!"

Las flores se pusieron manos a la obra y comenzaron a planear la fiesta. Flora se encargó de la decoración, llenando el jardín de luces brillantes y coloridos pétalos caídos. Las pequeñas flores trabajaban con mucha emoción, cada una aportando su toque especial.

El día del evento, el jardín era un lugar deslumbrante. Flora, orgullosa de sus amigas, se ubicó en el centro, lista para dar la bienvenida a los invitados. Al caer la tarde, comenzaron a llegar mariposas de todos los colores. "¡Qué festín visual!" -decía una mariposa amarilla. "Nunca había visto un jardín tan hermoso como este!"

Las abejas revoloteaban de alegría, disfrutando del néctar de las flores. Todos los animales del jardín estaban maravillados y no dejaban de comentar sobre la belleza de cada una de las flores.

"Miren a las pequeñas margaritas, ¡son tan encantadoras!" -exclamó un pajarito.

"Y no olviden a las violetas, son como pequeñas estrellas en el suelo" -añadió otra mariposa.

Flora sonreía al ver cómo sus amigas brillaban ante la atención de todos.

Pero a medida que la fiesta avanzaba, un fuerte viento comenzó a soplar, amenazando con deshacer toda la decoración.

"¡Ay no, la fiesta se arruinará!" -gritó una flor asustada.

"No se preocupen, yo protegeré a mis amigas!" -gritó Flora con determinación.

Armándose de valor, Flora extendió sus hojas, creando una especie de refugio para las flores más pequeñas, mientras el viento soplaba con fuerza. Con cada golpe de viento, Flora luchaba para mantenerse firme.

Cuando el viento finalmente se calmó, todos los animales del jardín aplaudieron, admirados por el coraje de Flora.

"¡Eres una heroína!" -dijo una mariposa. "Gracias a ti, las pequeñas flores están a salvo!"

Las pequeñas flores miraron a Flora con admiración.

"No solo eres grande y hermosa, también eres valiente!" -dijo la margarita. "Hoy nos enseñaste que ser fuerte se trata de proteger y ayudar a los demás."

Ese día, Flora no solo había ayudado a sus amigas a brillar, sino que también había demostrado que cada uno tiene su fortaleza.

Desde aquel día, el jardín siguió lleno de risas y música. Flora nunca dejó de cuidar de sus amigas, y cada año, organizaron grandes fiestas donde cada flor, sin importar su tamaño, encontraba su lugar bajo el sol. Y así, el jardín siguió siendo un lugar donde todos aprendieron a valorar su propia belleza y el poder de la amistad.

FIN.

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