Spider-Man en el recreo



Era un soleado día en la escuela primaria. Los niños de 2º grado estaban emocionados porque era hora del recreo. Entre ellos estaba un pequeño llamado Tomás, que tenía una gran imaginación y a quien le encantaba Spider-Man. Todos los días, después de clase, Tomás soñaba con ser como su superhéroe favorito, balanceándose entre los edificios y ayudando a las personas.

Pero había algo que a Tomás le preocupaba. En su escuela había un grupo de chicos que siempre molestaban a los más pequeños. Tomás pensaba en cómo podría hacer algo para ayudar a sus compañeros, pero no sabía cómo hacerlo.

Una mañana, mientras dibujaba a Spider-Man en su cuaderno, decidió que era hora de convertirse en un héroe por un día.

"Tengo que encontrar la forma de ayudar a los demás", pensó Tomás.

Cuando comenzó el recreo, se puso su camiseta de Spider-Man y salió al patio. Al ver a un grupo de niños divertirse, también decidió unirse a ellos. Pero de repente, un niño más pequeño de su clase, Lucas, tropezó y cayó al suelo.

"¡Eh, miren a Lucas!", dijo uno de los chicos que siempre molestaba, mientras se reía.

Tomás sintió que se le encogía el corazón. Recordó cómo Spider-Man siempre defendía a los que necesitaban ayuda. Se acercó a Lucas, le tendió la mano y le dijo:

"¡Vamos, Lucas! ¡No te preocupes! A veces a todos nos pasa caernos."

Lucas sonrió, y juntos se unieron al resto de los niños. Pero cuando pensaban que todo iba mejor, los chicos que molestaban, decidieron jugar una broma.

"¡Vamos a hacer que Lucas se sienta mal!", dijo uno de ellos.

Tomás entendió que debía actuar. No podía dejar que eso pasara. Y así, con mucha determinación, se acercó al grupo.

"¡Chicos, basta! Lucas también quiere jugar, y no está bien que se rían de él. Todos mostramos mejores maneras de divertirnos juntos. Se supone que la escuela es para hacer amigos y no para ser crueles."

Los otros niños se quedaron callados. Algunos comenzaron a murmurar, pero Tomás sintió que había hecho lo correcto.

"Quizás tengamos que hacer una competencia de juegos. El que pierda, tendrá que bailar una canción graciosa. ¿Qué les parece?", sugirió uno de los niños, queriendo cambiar de tema.

Tomás asintió.

"¡Es una gran idea! Así todos podemos divertirnos y unirnos, y nadie se siente mal. Todo el mundo puede ser un héroe hoy."

Y así, el grupo comenzó a jugar varios juegos divertidos. Lucas se fue sintiendo más seguro y feliz, mientras que Tomás se dio cuenta de que había hecho su parte como héroe en su propia pequeña manera. Al final del recreo, todos estaban riendo y disfrutando juntos, incluyendo a los que antes molestaban.

Cuando el timbre sonó, los niños regresaron a clase, pero algo había cambiado.

"Gracias, Tomás", le dijo Lucas.

"¡Eres como Spider-Man!".

"No necesito telarañas para ayudar a mis amigos", le respondió Tomás con una sonrisa.

Y así, Tomás aprendió que ser un héroe no siempre implica tener superpoderes, sino tener valor y el deseo de ayudar a los demás. Desde aquel día, se esforzó por ser un mejor amigo y defender a quienes lo necesitaban, convirtiéndose en un verdadero héroe en su escuela.

La historia de Tomás nos recuerda que todos podemos ser héroes, simplemente haciendo lo correcto y siendo amables con los demás.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!