Spider-Man y el Árbol de Navidad Perdido
Era un brillante día de diciembre en Nueva York, y las luces navideñas comenzaban a brillar por toda la ciudad. Spider-Man, conocido por su valentía y habilidades especiales, sentía que era momento de hacer algo divertido en esta época del año.
"¡Hoy voy a comprar el árbol de Navidad perfecto!" - se dijo a sí mismo mientras balanceaba entre los edificios y aterrizaba suavemente en una plaza llena de árboles de Navidad.
Una vez allí, se encontró con un gran cartel que decía: ‘Árboles a la venta - ¡Elija el suyo! ’ Spider-Man sonrió, observando los diferentes árboles que estaban alineados.
Al acercarse al primer árbol, un niño pequeño con un gorro rojo se le acercó.
"¡Hola! ¿Eres Spider-Man?" - preguntó emocionado el niño.
"¡Sí, soy yo! ¿Te gustaría ayudarme a elegir un árbol?" - respondió Spider-Man con entusiasmo.
El niño, que se llamaba Lucas, asintió emocionado. Juntos comenzaron a mirar los árboles, pero había un problema: todos eran muy pequeños o estaban un poco desgarbados.
"¡Oh no! No hay árboles grandes y hermosos aquí" - se lamentó Spider-Man.
En ese momento, la vendedora, una amable señora mayor, se acercó.
"Soy la señora Gómez. Los árboles de la parte de atrás son los más grandes, pero están un poco enterrados en la nieve. Pueden ser difíciles de alcanzar."
"No te preocupes, señora Gómez. ¡Podemos hacerlo!" - dijo Spider-Man, emocionado por el desafío.
Lucas lo miró con los ojos brillantes.
"¡Vamos!"
Ambos se dirigieron hacia el fondo. A medida que llegaban, se dieron cuenta de que no solo había nieve, sino que había un camino cubierto de ramas.
"Esto se va a poner interesante," - sonrió Spider-Man.
Utilizando sus habilidades, Spider-Man comenzó a despejar el camino.
"¡Pum!" - gritaba cada vez que una rama se rompía bajo sus manos. Lucas lo observaba con asombro.
Cuando llegaron a los árboles, encontraron un árbol gigante y hermoso, lleno de ramas fuertes y hojas verdes.
"¡Mirá este!" - exclamó Lucas, señalando el árbol.
"Es perfecto, pero... ¿cómo lo llevaremos?" - preguntó Spider-Man, pensando en el camino de vuelta.
En ese momento, tuvieron una idea.
"Podemos hacer que la señora Gómez nos ayude a atar el árbol en mi espalda. ¡Así podremos llevarlo!" - sugirió Lucas.
La señora Gómez, escuchando la idea, sonrió y dijo:
"Me parece una gran idea, chicos. ¡Voy a buscar una cuerda!"
Mientras tanto, Lucas miró a Spider-Man:
"¿Te pasa algo? Pareces pensativo."
"Es que... me gustaría que más niños pudieran disfrutar de esta Navidad. No todos tienen un árbol grande como este para festejar.
Lucas reflexionó un momento y le dijo:
"¡Podemos hacer algo! Podemos compartir este árbol y decorarlo en el parque, ¡así todos lo verán!" -
"¡Esa es una idea maravillosa!" - aplaudió Spider-Man.
Cuando la señora Gómez llegó con la cuerda, Spider-Man y Lucas la utilizaron para atar el árbol a su espalda. Juntos, caminaban de regreso, acompañados de los aplausos de los demás compradores.
Al llegar al parque, decoraron el árbol con luces y ornamentos que todas las personas del vecindario aportaron. Spider-Man y Lucas inspiraron a todos a unirse a la celebración. La alegría del árbol compartido llenó la plaza con risas y cantos.
El árbol se convirtió en el más hermoso de Nueva York y, por primera vez, muchos chicos y chicas se sintieron parte de esa celebración navideña. Spider-Man, viendo la felicidad de todos, sonrió:
"La Navidad es sobre compartir y cuidar a los demás. Gracias a vos, Lucas. ¡Este es el mejor árbol de todos!"
"¡Y todo gracias a Spider-Man!" - gritó Lucas, feliz.
Esa noche, el parque brillaba con luces y risas, y Spider-Man supo que a veces, lo más importante no es tener lo mejor, sino compartir momentos con los demás.
Así, el héroe arácnido, un niño y toda una comunidad se dedicaron a celebrar la verdadera magia de la Navidad.
FIN.