Stellita, la niña que bailaba con el corazón
Había una vez, en un pequeño barrio de Buenos Aires, una niña llamada Stellita. Desde que era muy chiquita, siempre mostraba una gran alegría y una sonrisa radiante. Su amor por el baile era tan grande que cuando escuchaba música, no podía evitar moverse con ritmo, aunque ni su mamá ni su papá bailaran.
A los cinco años, Stellita participó en su primer concurso de baile en la academia de danza.
"Mamá, ¡quiero bailar!" - le decía con ojos brillantes mientras practicaba sus pasos en el living de casa.
Su madre sonreía, aunque le preocupaba un poco que Stellita quisiera bailar a toda hora.
"Pero Stellita, tenés que entrenar un poco más. ¿Estás segura de que querés hacer esto?" - preguntó su mamá.
"¡Sí, sí! Estoy lista" - respondió Stellita, levantando los brazos como si volara.
Esa determinación la llevó a participar en el concurso. Stellita había aprendido todos los pasos de ballet viendo videos en internet. Prácticamente bailaba en su habitación, en la cocina y hasta en la plaza. Lo que más le gustaba era la flexibilidad y gracia que había desarrollado con tanto esfuerzo.
El día del concurso, Stellita llegó muy emocionada. Había otros niños que también querían mostrar su talento. Uno de ellos, un chico llamado Lucas, tenía múltiples medallas y era conocido como el mejor bailarín de la academia.
"Vas a perder contra mí, Stellita. Te lo aseguro, el ballet no es para principiantes" - la despreció Lucas mientras se reía de ella.
Stellita sintió un pequeño nudo en la panza, pero no se dejó abatir. En lugar de rendirse, se dijo a sí misma.
"Voy a mostrar lo que sé, y lo que siento por el baile" - pensó.
Cuando llegó su turno, Stellita subió al escenario con una gran sonrisa. Desde el primer compás, su energía contagió a todos en la sala. Miraba al público, se dejaba llevar por la música y disfrutaba cada paso como si fuera el último.
A medida que bailaba, su flexibilidad hipnotizaba. El jurado y el público no podían apartar la mirada. Stellita había ensayado cada movimiento en su cabeza una y otra vez, y ahora estaba mostrando todo su esfuerzo. Al finalizar su danza, recibió un estruendoso aplauso.
Lucas, que había estado observando, se quedó sorprendido. No esperaba que Stellita bailara de esa manera.
"¡No puedo creerlo!" - dijo para sí mismo, sintiendo una mezcla de admiración y envidia.
Cuando terminó el concurso, todos los participantes se reunieron en el escenario para escuchar los resultados.
"Y el premio a la mejor bailarina del certamen es para... ¡Stellita!" - anunció la jueza, mientras el público aplaudía y vitoreaba su nombre.
Stellita no podía creerlo; había ganado. Al recibir su trofeo, se sintió orgullosa y feliz. Aquel día había aprendido no solo a bailar, sino a creer en sí misma.
"Gracias a todos, y gracias, mamá y papá, por apoyarme siempre" - dijo con el pecho lleno de alegría.
Lucas se acercó a ella.
"Felicitaciones, Stellita. Nunca pensé que bailaras así. Tal vez podríamos practicar juntos algún día" - le dijo con una sonrisa.
Y así, Stellita no solo ganó un concurso, sino también un nuevo amigo. Desde ese día, siempre recordaría que el esfuerzo y la pasión son los mejores pasos para lograr los sueños.
FIN.