Steven y el robo travieso
Había una vez un niño llamado Steven, quien vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. Steven era un chico muy aventurero y siempre estaba buscando nuevas emociones.
Un día, mientras exploraba el bosque cercano a su casa, escuchó unos llantos desesperados. Steven siguió el sonido y descubrió a un pequeño cachorro atrapado entre las ramas de un árbol caído. Era Zeus, el perro del vecino del pueblo.
Sin pensarlo dos veces, Steven decidió ayudar a su amigo animal. Con mucho esfuerzo y habilidad, Steven logró liberar a Zeus y lo llevó de regreso a su casa. Pero al llegar allí se encontraron con una sorpresa desagradable: la puerta estaba abierta y todo estaba revuelto.
- ¡Alguien ha entrado a tu casa! -exclamó Steven preocupado-. Tenemos que buscar pistas para saber quién fue y rescatar tus pertenencias.
Zeus asintió emocionado y juntos comenzaron a investigar cada rincón de la casa en busca de alguna pista. Encontraron huellas extrañas en el suelo y dedujeron que había sido obra de los ladrones del bosque: los ratones traviesos.
Decididos a recuperar lo robado, Steven tomó una mochila con algunas herramientas útiles y junto con Zeus emprendieron su misión. Siguiendo las huellas hasta el bosque, llegaron al escondite secreto de los ratones traviesos. - ¡Aquí está la guarida! -exclamó Steven. Pero para su sorpresa, los ratones traviesos no eran malvados, solo querían jugar y divertirse.
Habían tomado las cosas de Zeus pensando que era un juego inocente. Steven les explicó que lo que habían hecho estaba mal y que debían devolver todo inmediatamente.
Los ratones entendieron su error y rápidamente recuperaron todas las pertenencias de Zeus. Luego, Steven propuso una idea: en lugar de robar, podrían jugar juntos y divertirse de manera adecuada. Así fue como Steven, Zeus y los ratones traviesos se convirtieron en grandes amigos.
Juntos exploraban el bosque, jugaban a esconderse entre los árboles y ayudaban a otros animales necesitados. Desde aquel día, Steven aprendió la importancia de ayudar a los demás y resolver problemas sin recurrir a la violencia.
También descubrió que incluso aquellos que parecen ser —"malos" pueden cambiar si se les muestra amor y comprensión. Y así, con su valentía e ingenio, Steven demostró cómo un pequeño acto de bondad puede cambiar vidas y construir amistades duraderas.
A partir de ese momento, todos en el pueblo sabían que podían contar con Steven para cualquier aventura o problema. Y así termina esta historia llena de emoción y enseñanzas para niños como tú.
Recuerda siempre estar dispuesto a ayudar a quienes te rodean ¡y nunca subestimes el poder del amor!