En el vasto y oscuro espacio exterior, viajaba Bobby, un pequeño extraterrestre en su nave espacial.
Navegaba tranquilamente cuando de repente, ¡bum!
Se estrelló contra un extraño y brillante planeta llamado Twinkle.
Bobby salió de su nave espacial, mareado y con un fuerte dolor de cabeza.
Mientras exploraba el planeta, se encontró con tres niños pequeños: Tina, Tim y los cuatro Twinles, que eran de colores rojo, azul, amarillo y verde.
Bobby intentó hablarles, pero no entendían su idioma.
Señaló y gesticuló, pero ellos solo se miraban confundidos.
El ruido de su nave espacial estrellada también le molestaba mucho a Bobby, haciéndole doler la cabeza aún más.
Tina, Tim y los Twinles se dieron cuenta de que Bobby estaba en problemas.
Lo llevaron a su casa, un acogedor nido en un árbol alto.
Le dieron agua y hojas suaves para que se acostara.
Poco a poco, el dolor de cabeza de Bobby comenzó a disminuir.
Mientras descansaba, Bobby observó a sus nuevos amigos.
Tina era una niña inteligente y curiosa.
Tim era un niño aventurero y valiente.
Los Twinles eran traviesos y juguetones.
A pesar de no poder hablar, Bobby sintió una conexión con ellos.
Pasaron los días y Bobby aprendió a comunicarse con sus amigos usando gestos y dibujos.
Les contó sobre su hogar en un planeta lejano y ellos le hablaron sobre las maravillas de Twinkle.
Juntos, exploraron el planeta, descubrieron nuevos lugares y se divirtieron mucho.
Bobby se dio cuenta de que, aunque era diferente y no podía hablar su idioma, había encontrado verdaderos amigos en Twinkle.
El ruido de su nave espacial estrellada ya no le molestaba, porque el sonido de la risa de sus amigos lo llenaba de alegría.