Sofía y su familia viajaron desde Caracas hasta Mérida para pasar las vacaciones. ¡Estaba tan emocionada! Siempre había soñado con ver las montañas andinas y sus lagunas misteriosas. Su abuela, la abuela Elena, le había contado historias sobre los momoyes, pequeños duendes que viven en las lagunas y protegen la naturaleza.
"¡Abuela, abuela! ¿De verdad existen los momoyes?" preguntó Sofía con los ojos brillantes.
La abuela Elena sonrió. "¡Claro que sí, Sofía! Pero tienes que ser muy respetuosa con la naturaleza. Los momoyes no toleran a quienes la ensucian".
El primer día, visitaron la Laguna Negra. Sofía quedó maravillada con el paisaje. El agua era oscura y misteriosa, rodeada de montañas imponentes. Mientras caminaban, Sofía vio a un señor arrojando una botella de plástico al suelo. ¡Qué horror!
"¡Señor, no haga eso!" exclamó Sofía. "Los momoyes no se pondrán contentos".
El señor se rió y siguió caminando. Sofía se sintió impotente. Recogió la botella y la depositó en un cesto de basura.
Esa noche, mientras dormían en una cabaña cerca de la laguna, Sofía escuchó un ruido extraño. Era como un silbido suave, seguido de pequeñas risitas. Abrió los ojos y vio una sombra que se movía cerca de la ventana. Tenía la forma de un hombrecito con un sombrero grande.
Sofía se asustó un poco, pero recordó las historias de su abuela. Tal vez era un momoy.
Al día siguiente, decidieron ir de excursión al páramo de La Culata. El paisaje era espectacular, lleno de frailejones y flores silvestres. Sofía y su hermano, Miguel, se adelantaron corriendo. Encontraron un lugar perfecto para hacer un picnic.
Después de comer, Miguel, distraído, dejó caer un envoltorio de galletas al suelo. Sofía lo reprendió de inmediato.
"¡Miguel, recoge eso! ¡Los momoyes nos van a regañar!"
Miguel, con pereza, hizo caso omiso. "Bah, no creo en esas cosas", dijo.
De repente, un viento fuerte sopló y el envoltorio de galletas salió volando. Sofía y Miguel lo persiguieron hasta que desapareció entre los frailejones. No lograron encontrarlo.
Esa noche, mientras dormían en el campamento, Miguel se despertó con un sobresalto. Sintió algo extraño en la cara. Abrió los ojos y ¡estaba cubierto de hojas secas y tierra!
"¡Sofía! ¡Sofía! ¡Mírame! ¿Qué pasó?" gritó Miguel, asustado.
Sofía se despertó y empezó a reír al ver a su hermano lleno de tierra. "¡Creo que los momoyes te dieron una lección!" dijo Sofía.
Mientras tanto, el papá de Sofía y Miguel se despertó por el alboroto. Vio a Miguel lleno de tierra y a Sofía riendo. El papá no entendía lo que pasaba, pero cuando Sofía le contó sobre la galleta y los momoyes, el papá comprendió.
Miguel, avergonzado, recogió todas las hojas y la tierra y las tiró a la basura. A partir de ese día, Miguel siempre se aseguró de no dejar basura en ningún lugar.
Al día siguiente, mientras caminaban cerca de la Laguna de Mucubají, Sofía escuchó una melodía suave. Era una canción hermosa, cantada en una voz muy pequeña. Siguió el sonido y vio a un pequeño hombrecito sentado en una roca. Tenía un sombrero grande, una barba larga y un bastón de madera.
Sofía se acercó con cuidado. "¿Eres un momoy?" preguntó.
El hombrecito sonrió. "Sí, pequeña. Soy un momoy. Y estoy muy contento de ver que tú y tu familia respetan la naturaleza".
El momoy le contó a Sofía sobre la importancia de cuidar las lagunas y los páramos. Le explicó que los momoyes son los guardianes de la naturaleza y que siempre castigan a quienes la ensucian.
Antes de desaparecer, el momoy le regaló a Sofía una pequeña pluma de un ave muy rara que habitaba el páramo. "Recuerda siempre proteger la naturaleza", le dijo el momoy.
Sofía regresó a Caracas con la pluma y el recuerdo inolvidable de su encuentro con el momoy. Le contó a todos sus amigos sobre los duendes andinos y la importancia de cuidar el medio ambiente. Desde entonces, Sofía se convirtió en una defensora de la naturaleza, siempre recordando la lección que aprendió en los Andes venezolanos. Y cada vez que alguien dejaba caer basura, Sofía recordaba el latazo y la lección de los momoyes. ¡Cuidado con la basura, o los momoyes te darán una lección!