Había una vez una niña llamada Sofía que tenía muchos juguetes.
Tenía muñecas, ositos de peluche, coches y bloques de construcción.
Pero de todos sus juguetes, su favorito era un peluche de león llamado Leo.
Sofía y Leo eran mejores amigos.
Jugaban juntos todos los días.
Sofía llevaba a Leo a todas partes, incluso a la escuela.
Los compañeros de clase de Sofía siempre querían jugar con Leo, pero Sofía nunca lo dejaba.
Un día, Sofía estaba jugando con Leo en el parque cuando conoció a un nuevo niño llamado Mateo.
Mateo era amable y simpático, y pronto se hicieron amigos.
Sofía empezó a pasar más tiempo con Mateo, y Leo se sentía cada vez más solo.
Un día, Leo le dijo a Sofía: "Sofía, ¿por qué ya no juegas conmigo?"Sofía se sintió mal por Leo.
Se dio cuenta de que había estado descuidando a su viejo amigo.
Le prometió a Leo que volvería a jugar con él todos los días.
Sofía cumplió su promesa y Leo estaba muy contento.
Volvieron a ser mejores amigos, y Sofía aprendió que incluso cuando hacemos nuevos amigos, nunca debemos olvidar a los viejos.