El Castillo Embrujado en la Cima de la Colina

Based on: en el castillo abandonado de la cima de la colina

En la cima de una colina solitaria, se erguía un antiguo castillo abandonado, sus muros cubiertos de hiedra y sus ventanas tapiadas.

La gente del pueblo contaba historias espeluznantes sobre fantasmas y espíritus que habitaban dentro de sus muros.

Un día, un grupo de niños valientes, Ana, Juan y Mateo, decidieron explorar el castillo.

Subieron por el sendero empedrado y llegaron a la puerta principal.

Estaba cerrada con llave, pero Juan encontró una pequeña ventana abierta.

Se colaron por ella y entraron en el castillo.

El interior estaba oscuro y polvoriento.

Telarañas colgaban de las paredes y el aire estaba cargado de un olor a humedad.

Los niños caminaron con cuidado, sus corazones latiendo con fuerza.

De repente, escucharon un ruido extraño.

—¡Uy!

—gritó Ana—.

¡Creo que he visto algo moverse!Los niños se detuvieron y escucharon atentamente.

El ruido volvió a sonar, esta vez más fuerte.

Provenía de una habitación cercana.

Lentamente, abrieron la puerta y entraron.

En medio de la habitación había un fantasma, su cuerpo transparente brillando a la tenue luz de la luna.

Los niños se quedaron paralizados por el miedo.

El fantasma se acercó flotando hacia ellos, sus ojos brillaban con una luz sobrenatural.

Pero entonces, el fantasma habló, y su voz era suave y amable.

—No temáis, niños —dijo—.

Soy el espíritu del antiguo señor del castillo.

He estado esperando mucho tiempo a que alguien viniera a liberar mi alma.

Los niños se sorprendieron.

—¿Liberar tu alma?

—preguntó Mateo.

—Sí —dijo el fantasma—.

Fui maldecido por una bruja malvada y ahora estoy atrapado en este castillo.

Solo un acto de bondad puede romper la maldición.

Los niños pensaron por un momento.

—Podemos ayudarte —dijo Ana—.

Te daremos agua y comida.

Los niños salieron del castillo y trajeron agua y comida para el fantasma.

El fantasma bebió y comió con gratitud.

—Gracias, niños —dijo—.

Habéis roto la maldición.

Ahora puedo descansar en paz.

El fantasma desapareció ante los ojos de los niños, dejando atrás un aroma a flores silvestres.

Los niños salieron del castillo, felices de haber ayudado al espíritu y de haber roto la maldición que lo había mantenido atrapado durante tanto tiempo.

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Publicado el 02/04/2025

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