En un lugar oscuro y lúgubre, vivía un hombre atormentado por un terrible secreto.
Su anciano vecino tenía un ojo azul pálido, penetrante y malvado que le hacía hervir la sangre.
Una noche tormentosa, el hombre decidió deshacerse del viejo y su mirada escalofriante.
Se acercó sigilosamente a su habitación y abrió lentamente la puerta.
El viejo dormía profundamente, su ojo azul pálido apenas visible.
El hombre se acercó a la cama y levantó una pesada pesa.
Con todas sus fuerzas, la dejó caer sobre el corazón del viejo.
El golpe fue tan fuerte que el sonido llenó la habitación.
El corazón del viejo dejó de latir y su ojo azul pálido se apagó para siempre.
Pero el hombre no podía escapar de su culpa.
Cada noche, oía el latido del corazón del viejo, cada vez más fuerte.
El sonido lo perseguía, llenándolo de terror y locura.
Finalmente, el hombre no pudo soportar más el tormento.
Confesó su crimen a la policía, que encontró el cuerpo del viejo debajo de las tablas del suelo.
El corazón del viejo seguía latiendo, un eco del terrible secreto del hombre.