Había una vez un gansito que no tenía familia.
Siempre veía a otros gansos con sus familias y se sentía muy triste.
Un día, mientras caminaba solo y desanimado, vio a un niño llamado Raúl.
Raúl era un niño amable y compasivo, y cuando vio al gansito solo, supo que tenía que ayudarlo.
Raúl se acercó al gansito y le preguntó si quería ser su amigo.
El gansito estaba tan feliz que dijo que sí de inmediato.
Raúl llevó al gansito a su casa y le dio un nombre: Lucas.
Lucas y Raúl se hicieron mejores amigos y jugaban juntos todos los días.
Un día, mientras jugaban en el parque, Lucas conoció a otros gansos.
Los gansos le contaron a Lucas que también eran huérfanos y que estaban buscando un hogar.
Lucas les dijo que podían quedarse con él y Raúl, y todos estuvieron de acuerdo.
Lucas y Raúl adoptaron a los gansos huérfanos y formaron una gran familia feliz.
Jugaban juntos, nadaban juntos y se cuidaban unos a otros.
Lucas ya no se sentía solo porque tenía a su nueva familia que lo amaba.