En lo profundo de un bosque encantado, donde los árboles susurraban secretos y las flores bailaban con el viento, vivía un gato curioso llamado Pelusa.
Pelusa tenía un pelaje suave como la seda, ojos verdes brillantes y una cola esponjosa que siempre se movía.
Un día soleado, Pelusa se aventuró en el bosque, su nariz rosada olfateando el aire en busca de aventuras.
Mientras caminaba, vio algo que lo hizo detenerse en seco.
Entre los árboles, una figura oscura se movía, susurrando palabras extrañas.
Pelusa se acercó con cautela, su corazón latiendo con fuerza en su pecho.
La figura se dio la vuelta y Pelusa se encontró cara a cara con una bruja.
La bruja era vieja y arrugada, con una nariz ganchuda y una verruga en la barbilla.
Llevaba un largo vestido negro y un sombrero puntiagudo.
La bruja miró a Pelusa con ojos penetrantes.
"¿Qué haces aquí, gatito?", preguntó con voz ronca.
"Estoy explorando el bosque", respondió Pelusa con voz temblorosa.
"¿Y por qué me estás espiando?", preguntó la bruja.
"No te estaba espiando", dijo Pelusa.
"Solo tenía curiosidad".
La bruja se rió entre dientes.
"Curiosidad, ¿eh?
Bueno, tengo algo que podría interesarte".
La bruja sacó un pequeño frasco de su bolsillo.
El frasco estaba lleno de un líquido verde brillante que burbujeaba y humeaba.
"Esta es una poción mágica", dijo la bruja.
"Puede concederte un deseo".
Los ojos de Pelusa se abrieron de par en par.
Siempre había soñado con tener un deseo.
"¿De verdad?", preguntó.
"Sí, de verdad", dijo la bruja.
"Pero hay una trampa.
Solo puedes pedir un deseo, y debes tener cuidado con lo que deseas".
Pelusa pensó por un momento.
Tenía tantos deseos, pero solo podía pedir uno.
Finalmente, tomó una decisión.
"Deseo ser el gato más valiente del mundo", dijo.
La bruja sonrió.
"Tu deseo es mi mandato", dijo.
La bruja abrió el frasco y vertió la poción en la boca de Pelusa.
Pelusa sintió un cosquilleo en todo su cuerpo y luego, de repente, se sintió diferente.
Se sentía más fuerte, más rápido y más valiente que nunca antes.
"Gracias", dijo Pelusa.
"Ahora puedo protegerme de cualquier cosa".
Pelusa se despidió de la bruja y corrió hacia el bosque.
Se sentía invencible.
Saltó sobre los troncos, trepó a los árboles y persiguió a las mariposas.
Pero mientras Pelusa se divertía, la bruja se rió entre dientes.
Sabía que el deseo de Pelusa se volvería en su contra.
Porque el gato más valiente del mundo también sería el más temerario y, a veces, la valentía puede ser peligrosa.