Prólogo:
Hola, soy Sofía. Y esta es mi historia. Una historia sobre garabatos, sueños y un lápiz que me enseñó a no rendirme. Quizás te parezca raro que un simple lápiz pueda hacer eso, pero ya verás, en mi mundo, los lápices tienen superpoderes.
Capítulo 1: Garabatos en el Aire
Desde que era muy pequeña, me encantaba dibujar. No me importaba si el papel era una servilleta arrugada o la parte de atrás de un recibo viejo. Lo importante era tener un lápiz en la mano y dejar que mi imaginación volara. Dibujaba princesas con armaduras brillantes, dragones amigables que comían helado y árboles que susurraban secretos al viento. Mi cuaderno era mi mundo, un lugar lleno de color y alegría.
Pero no todos entendían mi pasión. En la escuela, algunos niños se reían de mis dibujos. "¡Eso parece un garabato!" decían, apuntando con el dedo a mi intento de dibujar un caballo. Otros me decían que perdía el tiempo y que debía concentrarme en cosas "más importantes", como las matemáticas o la ciencia. Al principio, no me importaba mucho. Pero poco a poco, sus palabras empezaron a calar hondo en mi corazón.
Capítulo 2: El Lápiz Quebrantado
Un día, después de que un compañero de clase me dijera que mis dibujos eran "horribles", llegué a casa llorando. Tomé mi cuaderno y lo lancé al suelo. Luego, tomé mi lápiz favorito, un lápiz de color azul brillante que mi abuela me había regalado, y lo partí por la mitad. Sentí como si al romper el lápiz, también rompiera un pedazo de mi corazón.
Mi abuela, al verme tan triste, se acercó a mí y me abrazó. "¿Qué te pasa, mi niña?" me preguntó con voz suave. Le conté todo lo que había pasado en la escuela y cómo las palabras de los demás me habían hecho sentir que no era buena dibujando. Mi abuela me escuchó con paciencia y luego me dijo algo que nunca olvidaré: "Sofía, el arte viene del corazón. No importa lo que digan los demás. Lo importante es que tú ames lo que haces. No dejes que nadie apague tu luz".
Capítulo 3: El Poder del Color
Las palabras de mi abuela me hicieron reflexionar. Recordé por qué me gustaba tanto dibujar: porque me hacía feliz. Porque me permitía expresar mis sentimientos y crear mundos maravillosos. Decidí que no iba a dejar que las críticas me detuvieran. Tomé los pedazos rotos de mi lápiz azul y los guardé en una cajita. Eran un recordatorio de que incluso cuando me sintiera derrotada, siempre podía volver a empezar.
Empecé a dibujar de nuevo, pero esta vez con más determinación que nunca. Practicaba todos los días, experimentando con diferentes técnicas y colores. Busqué tutoriales en internet y pedí consejos a mi profesora de arte. Poco a poco, mis dibujos empezaron a mejorar. Ya no eran simples garabatos, sino obras de arte llenas de vida y emoción.
Capítulo 4: Un Mundo de Posibilidades
Un día, la escuela organizó un concurso de arte. Al principio, no estaba segura de participar. Tenía miedo de que la gente se burlara de mis dibujos otra vez. Pero luego recordé las palabras de mi abuela y decidí arriesgarme. Dibujé un paisaje imaginario, lleno de colores vibrantes y criaturas fantásticas. Puse todo mi corazón en ese dibujo.
Para mi sorpresa, ¡gané el primer premio! Mi dibujo fue expuesto en la biblioteca de la escuela y mucha gente vino a verlo. Incluso los niños que antes se burlaban de mí me felicitaron. Me di cuenta de que la perseverancia y la confianza en uno mismo pueden superar cualquier obstáculo.
Capítulo 5: El Legado del Lápiz
Desde entonces, nunca he dejado de dibujar. He seguido aprendiendo y mejorando, y ahora sueño con ser una gran artista algún día. He aprendido que el arte no se trata de ser perfecto, sino de ser auténtico. Se trata de expresar tu propia voz y compartir tu visión del mundo con los demás. Y todo gracias a un lápiz roto y a una abuela sabia que me enseñó a creer en mí misma.
Epílogo:
Y esta es mi historia. Espero que te haya inspirado a perseguir tus propios sueños, sin importar lo que digan los demás. Recuerda, tienes un talento único y especial que el mundo necesita ver. ¡Así que toma tu lápiz (o tu pincel, o tu instrumento musical, o lo que sea que te haga feliz) y empieza a crear! Nunca sabes qué maravillas puedes lograr.