El Misterio del Colibrí Esmeralda en la Selva Olvidada

Based on: Selva

En el corazón de la selva, donde los árboles gigantes tocaban el cielo y las lianas se balanceaban como columpios para monos juguetones, vivía una pequeña niña llamada Sofía. A Sofía le encantaba explorar la selva con su abuelo, Don Rafael, un viejo sabio que conocía cada rincón y cada criatura que habitaba en ella.

Un día, Don Rafael le contó a Sofía una leyenda sobre un colibrí esmeralda, cuyo canto mágico tenía el poder de curar cualquier enfermedad y traer la armonía a la selva. Según la leyenda, el colibrí esmeralda solo se dejaba ver por aquellos de corazón puro y espíritu aventurero.

Sofía, con sus ojos brillantes de emoción, decidió que encontraría al colibrí esmeralda. Don Rafael, sonriendo con ternura, le regaló a Sofía un pequeño cuaderno y un lápiz para que dibujara y tomara notas de su aventura. "Pero recuerda, Sofía", le advirtió Don Rafael, "la selva puede ser hermosa, pero también peligrosa. Siempre mantente atenta y respeta a todas las criaturas que encuentres".

Al día siguiente, Sofía se adentró en la selva. El sol filtraba a través de las hojas creando un mosaico de luces y sombras. El aire estaba lleno de los sonidos de la selva: el canto de los pájaros, el zumbido de los insectos y el murmullo del río.

Sofía comenzó su búsqueda siguiendo las indicaciones de Don Rafael. Primero, llegó a la cascada del Arcoíris, donde el agua caía con fuerza creando un arcoíris brillante. Allí, conoció a un perezoso llamado Benito, que colgaba perezosamente de una rama. Benito le contó que había visto un colibrí muy brillante cerca del árbol de las orquídeas.

Sofía siguió el consejo de Benito y se dirigió al árbol de las orquídeas. El árbol estaba cubierto de flores de todos los colores imaginables. Mientras observaba las orquídeas, escuchó un suave aleteo. Miró hacia arriba y vio una mariposa azul gigante. La mariposa le susurró que el colibrí esmeralda visitaba el claro de la luna llena.

El claro de la luna llena estaba ubicado en lo profundo de la selva, y llegar allí no fue fácil. Sofía tuvo que cruzar un río lleno de pirañas (¡que afortunadamente estaban dormidas!), escalar una colina empinada y evitar a una serpiente boícona que dormía plácidamente en un tronco caído.

Finalmente, Sofía llegó al claro de la luna llena. Era un lugar mágico, iluminado por la luz plateada de la luna. En el centro del claro, había una flor gigante que brillaba con una luz suave. Sofía esperó pacientemente.

De repente, escuchó un canto dulce y melodioso. Un pequeño colibrí, con plumas de color esmeralda brillante, apareció y se posó sobre la flor gigante. El colibrí cantó una canción que llenó el claro de paz y armonía. Sofía sintió una gran alegría en su corazón.

Sofía no intentó atrapar al colibrí. Simplemente lo observó y escuchó su canto mágico. Sabía que el colibrí esmeralda era un ser libre y que su belleza residía en su libertad.

Después de un rato, el colibrí esmeralda voló hacia el cielo, desapareciendo entre las estrellas. Sofía se sintió agradecida por haber tenido la oportunidad de presenciar su belleza y escuchar su canto.

Al día siguiente, Sofía regresó a casa y le contó a Don Rafael sobre su aventura. Don Rafael la abrazó con orgullo. "Sabía que lo lograrías, Sofía", le dijo. "Tu corazón puro te guió".

Sofía dibujó al colibrí esmeralda en su cuaderno y escribió todo sobre su aventura. Aprendió que la verdadera magia no reside en poseer algo, sino en apreciar su belleza y respetar su libertad. Y así, Sofía continuó explorando la selva, siempre con el corazón abierto y el espíritu aventurero, recordando siempre el misterio del colibrí esmeralda.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

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Publicado el 04/07/2025

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