En un pequeño pueblo, vivía un niño pobre llamado Juan con su madre.
Eran muy pobres y apenas tenían lo suficiente para comer.
Un día, la madre de Juan enfermó y él salió al pueblo a pedir ayuda.
Pero nadie le hizo caso.
Juan estaba desesperado.
No sabía qué hacer.
Mientras regresaba a casa, triste y desanimado, Juan vio una pequeña luciérnaga volando en la oscuridad.
La luciérnaga se posó en su hombro y le dijo: "No estés triste, niño.
Soy una luciérnaga mágica y puedo concederte un deseo por ser tan buen hijo".
Juan se sorprendió y dijo: "¿De verdad?
¿Puedes concederme un deseo?".
"Sí", dijo la luciérnaga.
"Pero solo uno".
Juan pensó por un momento y dijo: "Deseo que mi madre se cure y que tenga un trabajo para que nunca más tengamos que pasar hambre".
La luciérnaga sonrió y dijo: "Tu deseo está concedido".
Al día siguiente, la madre de Juan se despertó completamente curada.
También consiguió un trabajo como costurera.
Juan y su madre estaban muy felices.
Nunca más tuvieron que pasar hambre y vivieron felices para siempre.