Luna era una pequeña luciérnaga muy curiosa. Vivía en un campo lleno de flores brillantes y árboles altos, pero lo que más le gustaba a Luna era la noche. Cada noche, después de ayudar a su mamá a iluminar el campo, Luna volaba alto, muy alto, para admirar la noche estrellada.
Una noche, mientras contemplaba las miles de estrellas que brillaban en el cielo oscuro, Luna vio algo inusual. Una estrella, mucho más brillante que las demás, comenzó a moverse rápidamente, dejando tras de sí un rastro de luz. Era una estrella fugaz. Luna nunca había visto una tan de cerca.
"¡Qué hermosa!", exclamó Luna, maravillada. Sintió un impulso irresistible de seguirla. Así que, sin pensarlo dos veces, Luna emprendió su vuelo tras la estrella fugaz. Voló sobre montañas dormidas, ríos plateados a la luz de la luna y bosques misteriosos. La estrella fugaz era rápida, pero Luna era persistente.
Finalmente, la estrella fugaz comenzó a descender. Aterrizó suavemente en un pequeño claro en medio del bosque. Luna se acercó con cautela. Para su sorpresa, la estrella fugaz no era una estrella de verdad. Era una pequeña hada con alas brillantes, tan brillante como una estrella.
"¡Hola!", dijo Luna, tímidamente. "Soy Luna, ¿quién eres tú?"
La hada sonrió. "Hola, Luna. Me llamo Estela. Soy una Estrella Fugaz de los Deseos."
Luna abrió los ojos con asombro. "¿Una Estrella Fugaz de los Deseos? ¿Eso significa que cumples deseos?"
Estela asintió. "Así es. Cada noche, viajo por el cielo para escuchar los deseos de los niños y las niñas que sueñan con un mundo mejor. Luego, llevo esos deseos a la Reina de las Estrellas, quien se encarga de hacerlos realidad."
"¡Wow!", dijo Luna, impresionada. "¿Y por qué aterrizaste aquí?"
"Necesitaba un poco de ayuda", respondió Estela. "Mi bolsa de deseos está llena y es muy pesada. Necesito un lugar seguro donde guardarla hasta que pueda volar de nuevo."
Luna pensó por un momento. "¡Ya sé!", exclamó. "Podemos esconder la bolsa en el hueco del árbol viejo que está cerca del campo donde vivo. Es un lugar muy seguro y nadie lo encontrará."
Estela sonrió. "¡Qué buena idea, Luna! Me ayudarías mucho."
Así que, juntas, Luna y Estela llevaron la bolsa de deseos hasta el árbol viejo. Era una bolsa grande y brillante, llena de colores y luces. La escondieron cuidadosamente en el hueco del árbol y la cubrieron con hojas y flores.
"Muchas gracias, Luna", dijo Estela. "Eres una gran amiga. Ahora puedo descansar un poco y recuperar mis fuerzas para seguir viajando por el cielo."
Luna estaba muy contenta de haber podido ayudar a Estela. Se sentía orgullosa de ser parte del mágico mundo de las estrellas y los deseos.
"Estela, ¿puedo preguntarte algo?", dijo Luna.
"Claro, Luna", respondió Estela.
"¿Cuál es el deseo más común que escuchas en tus viajes?", preguntó Luna.
Estela sonrió con dulzura. "El deseo más común, Luna, es que todos los niños y niñas del mundo sean felices y tengan un lugar seguro donde vivir y jugar."
Luna sintió un calor en su corazón. Ese era un deseo muy hermoso. Ella también deseaba lo mismo.
"Estela, me gustaría hacer un deseo", dijo Luna.
"¿Cuál es tu deseo, Luna?", preguntó Estela.
"Deseo que todos los niños y niñas del mundo puedan ver la belleza de la noche estrellada y sentir la magia que hay en ella", dijo Luna con sinceridad.
Estela sonrió. "Es un deseo muy lindo, Luna. Lo llevaré a la Reina de las Estrellas de inmediato."
Estela abrazó a Luna y, con un destello de luz, se elevó de nuevo hacia el cielo estrellado. Luna la vio desaparecer entre las estrellas, sintiéndose feliz y agradecida.
Volvió a su campo, con el corazón lleno de alegría. Sabía que, aunque era una pequeña luciérnaga, podía hacer la diferencia en el mundo, ayudando a las estrellas a cumplir los deseos de los niños y las niñas.
Desde esa noche, Luna siempre miraba la noche estrellada con una sonrisa. Sabía que Estela, la Estrella Fugaz de los Deseos, seguía volando por el cielo, escuchando los sueños y esperanzas de todos. Y Luna, con su pequeña luz, seguía iluminando el camino para que Estela pudiera encontrarlos.
Y así, cada noche, el campo de Luna brillaba con más intensidad que nunca, lleno de la magia de las estrellas y la esperanza de un mundo mejor, donde todos los deseos se hacen realidad.