El Tren de las Aventuras de Tomás
Si quieres imágenes de mayor calidad e impacto,

El Tren de las Aventuras de Tomás

Based on: el impacto de las rutinas en niños con tea

Tomás era un niño muy especial. Le encantaban los trenes, los números y, sobre todo, ¡las rutinas! Para Tomás, las rutinas eran como las vías del tren: lo mantenían en el camino correcto y lo ayudaban a llegar a su destino sin problemas. Cada día era una aventura en su propio tren personal, y cada actividad era una estación importante.

Su día comenzaba siempre de la misma manera. A las 7:00 en punto, el despertador sonaba con una melodía suave de tren. Primero, a cepillarse los dientes durante dos minutos exactos, usando su cepillo azul. Luego, a vestirse con la ropa que su mamá había dejado preparada la noche anterior: pantalones verdes y una camiseta con un dibujo de un tren rojo. Después, el desayuno: un tazón de cereal con fresas y un vaso de leche. Todo esto, ¡siempre en el mismo orden!

Un día, la mamá de Tomás le dijo: “Tomás, hoy tenemos una pequeña sorpresa. Vamos a visitar a la abuela Elena, pero no vamos a ir en coche, ¡vamos a ir en tren!”

Tomás se emocionó muchísimo. ¡Un viaje en tren de verdad! Pero también sintió un poco de nervios. Ir en tren significaba que su rutina matutina se iba a romper un poco. No podría desayunar en su mesa favorita, ni ver su programa de trenes en la televisión.

Camino a la estación, Tomás empezó a ponerse un poco inquieto. “¿A qué hora llegaremos, mamá? ¿Y dónde vamos a sentarnos? ¿Y qué vamos a comer?”

Su mamá, con mucha paciencia, le explicó: “Llegaremos alrededor de las diez, Tomás. En el tren hay muchos asientos y podemos elegir uno junto a la ventana. Y llevaremos un sándwich de jamón y queso para comer, tu favorito.”

Al llegar a la estación, Tomás se sintió un poco abrumado. Había mucha gente, mucho ruido y muchas cosas sucediendo al mismo tiempo. Se aferró a la mano de su mamá con fuerza.

Su mamá lo guio hasta el andén y le mostró el tren que los llevaría a casa de la abuela Elena. “Mira, Tomás, ¡es un tren muy grande y bonito!”

Una vez dentro del tren, encontraron dos asientos junto a la ventana. Tomás se sentó y miró el paisaje con curiosidad. Al principio, se sentía un poco incómodo, pero poco a poco empezó a relajarse.

Su mamá le sacó el sándwich de jamón y queso y una botella de agua. “Aquí tienes, cariño. Puedes comer ahora.”

Tomás comió su sándwich y bebió su agua. Se sintió mucho mejor. Después, su mamá le leyó un cuento de trenes. La voz suave de su mamá y la historia lo tranquilizaron.

De repente, el tren se detuvo. “¿Qué pasa, mamá?”, preguntó Tomás, un poco asustado.

“Estamos en una estación, Tomás. Unos pasajeros se bajan y otros se suben. No te preocupes, pronto volveremos a estar en marcha.”

Tomás observó a la gente que subía y bajaba del tren. Vio a una señora con un sombrero grande, a un señor con un maletín y a una niña con un oso de peluche. Se dio cuenta de que aunque la rutina del tren se había interrumpido, todo seguía estando bien.

Finalmente, el tren volvió a arrancar. Tomás miró por la ventana y vio campos verdes, vacas pastando y casas pequeñas. El viaje se le estaba haciendo más agradable de lo que había pensado.

Cuando llegaron a casa de la abuela Elena, Tomás se sintió muy feliz. La abuela lo abrazó con mucho cariño y le preparó su postre favorito: gelatina de fresa.

Después de jugar con su abuela y contarle sobre su viaje en tren, Tomás se dio cuenta de que aunque las rutinas son importantes, también es bueno probar cosas nuevas y diferentes. El viaje en tren había sido un poco diferente a su rutina habitual, pero había sido una aventura emocionante.

Esa noche, antes de dormir, Tomás le dijo a su mamá: “Mamá, me gustó el viaje en tren. Fue diferente, pero divertido.”

Su mamá le sonrió. “Yo sabía que te gustaría, Tomás. A veces, las mejores aventuras son las que nos sacan un poco de nuestra rutina.”

Desde ese día, Tomás aprendió que las rutinas son como las vías del tren, pero que también es importante salir del tren de vez en cuando y explorar nuevos caminos. Y aunque las rutinas lo hacían sentir seguro y tranquilo, también estaba dispuesto a probar cosas nuevas y a disfrutar de las sorpresas que la vida le tenía preparadas. Sabía que con el apoyo de su mamá y su familia, podía afrontar cualquier cambio con valentía y alegría. Y así, el tren de las aventuras de Tomás siguió su camino, lleno de rutinas y sorpresas, siempre hacia adelante, siempre aprendiendo y creciendo.

0 me gusta
Publicado el 03/14/2025

Comparte tu opinión

5/10
5/10