En un lejano y encantado bosque, vivía una niña llamada Luna.
Luna adoraba explorar el bosque y jugar con sus amigos animales.
Pero un día, todo cambió.
El bosque se llenó de basura y contaminación, haciendo que los animales se enfermaran y el aire fuera difícil de respirar.
Luna estaba desconsolada.
No podía soportar ver a su amado bosque destruido.
Decidió emprender un viaje mágico para encontrar una manera de salvarlo.
En su camino, se encontró con un sabio búho que le habló de un cristal mágico escondido en el corazón del bosque.
Se decía que el cristal tenía el poder de purificar la contaminación y restaurar la salud del bosque.
Armada con esta nueva esperanza, Luna continuó su viaje.
Se enfrentó a peligrosos monstruos de contaminación y resolvió acertijos complicados.
Finalmente, llegó al corazón del bosque y encontró el cristal mágico.
Con un toque de su mano, el cristal liberó su poder, purificando el aire y el agua.
Los animales se curaron y el bosque volvió a florecer.
Luna regresó a casa, una heroína para el bosque y todos sus habitantes.
Había aprendido que incluso un niño pequeño puede marcar una gran diferencia en la lucha contra la contaminación y proteger el medio ambiente.