En un pueblo tranquilo, vivía una niña llamada Sofía.
Era una niña dulce y amable, pero un día, todo cambió.
Sofía fue poseída por el diablo y se convirtió en una criatura malvada.
Sus ojos se volvieron rojos, sus dientes se afilaron y su piel se volvió pálida.
Sofía comenzó a atacar a los niños del pueblo.
Los perseguía por las calles, intentando matarlos.
Los niños estaban aterrorizados y no sabían qué hacer.
Pero había un niño valiente llamado Brayan.
Brayan no tenía miedo de Sofía.
Sabía que tenía que detenerla, o todos los niños del pueblo estarían en peligro.
Brayan enfrentó a Sofía y le dijo: "¡Basta, Sofía!
¡No puedes hacerles daño a los niños!".
Sofía se rió y dijo: "¡No me puedes detener, Brayan!
¡Soy el diablo!".
Pero Brayan no se rindió.
Sabía que tenía que encontrar una manera de romper la maldición de Sofía.
Brayan corrió a la biblioteca del pueblo y buscó libros sobre exorcismos.
Leyó sobre cómo los demonios podían ser expulsados de las personas.
Brayan encontró un hechizo que podía romper la maldición de Sofía.
El hechizo requería un crucifijo, agua bendita y una oración especial.
Brayan tomó el crucifijo y el agua bendita y se enfrentó a Sofía una vez más.
"¡En el nombre de Dios, te ordeno que salgas de Sofía!", dijo Brayan.
Brayan roció agua bendita sobre Sofía y sostuvo el crucifijo frente a ella.
Sofía gritó y se retorció.
El demonio dentro de ella estaba luchando por salir.
Finalmente, el demonio salió del cuerpo de Sofía y desapareció en una nube de humo.
Sofía volvió a la normalidad.
Estaba confundida y asustada.
Brayan la abrazó y le dijo: "Estás a salvo ahora, Sofía.
El demonio se ha ido".
Sofía agradeció a Brayan por salvarla.
Los niños del pueblo también agradecieron a Brayan.
Habían sido liberados del terror de la niña poseída.
Y así, Brayan, el niño valiente, salvó al pueblo del mal y se convirtió en un héroe.